Resulta inverosímil que aun dentro de la precariedad de la situación de los migrantes haitianos, que los ha orillado a desplazarse, oportunistas busquen exprimirlos más. Quitar el poco dinero con el que se trasladan los migrantes en su esperanza de buscar una mejor vida al norte del río Bravo, es no solo un atentado contra sus derechos humanos, sino también un acto de mala fe cometido contra uno de los grupos más vulnerables de personas que se encuentran en tránsito por el territorio mexicano.

Según sus denuncias, agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) —o gente que se está haciendo pasar por ellos— les cobran hasta 300 dólares por darles una prestación que el Estado mexicano está ofreciendo hacer de manera gratuita. Sean falsos funcionarios o auténticos que cometen actos de corrupción al cobrar por un traslado que debería ser gratuito, debe investigarse y sancionarse como un mensaje de respeto hacia los extranjeros en nuestro país, con independencia de su estatus migratorio.

Y todo este desaguisado se da dentro del contexto del Quédate en México, medida por la cual los solicitantes de asilo a Estados Unidos deben permanecer en México en lo que se revisa su petición, programa que se reactivó, pero que lo único que genera en su contra es más maltrato y más violencia, aunado a que en México no se cuenta con las condiciones para ofrecerles una estancia digna, ya que lo único que se les da como opción para quedarse en nuestro país es hacinamiento, malnutrición y falta de higiene que actúa como cultivo de enfermedades e incomodidades.

La imposición del Quédate en México, que la propia Casa Blanca reconoce como un programa muy injusto, debe aplicarse por un mandato judicial de la Corte Suprema de Estados Unidos, institución que al parecer también extendiera su jurisdicción en México, ya que nuestro gobierno lo acata sin alegar injerencias a su autonomía.

Y si bien a los migrantes ya se les imponían cobros de todo tipo, ahora también se les exigen importantes sumas de dinero por trasladarlos a diez estados de la República Mexicana en los que existe alguna oportunidad de darles ocupación en lo que reciben respuesta de EU.

En el asunto de los migrantes haitianos y centroamericanos pareciera que los únicos que ganan son los que están lucrando con ellos. Y así otros obtienen el dinero que paradójicamente a ellos se les niega ganar por su cuenta, haciendo de la pobreza y la vulnerabilidad un gran negocio que inexplicablemente deja grandes ganancias a quienes solo buscan la oportunidad de exprimir al necesitado.