Las señales de las últimas horas respecto al tema migratorio auguran un panorama distinto para el problema que enfrentan Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras y El Salvador.

A diferencia de administraciones anteriores, el actual gobierno estadounidense tiene la intención de aportar ideas y recursos para resolver las condiciones que alientan el éxodo de poblaciones enteras, con lo que se aleja de las actitudes que han predominado hasta ahora: la de únicamente perseguir a quienes se atreven a llegar sin documentos a Estados Unidos con la idea de mejorar su calidad de vida.

Hace unos meses el presidente estadounidense Joe Biden encomendó a la vicepresidenta Kamala Harris atender de manera personal la migración irregular que desde Guatemala, Honduras y El Salvador se dirige a Estados Unidos y que desborda la capacidad de atención mexicana y estadounidense. Con visitas a Guatemala y México, este lunes y martes, en su primer viaje oficial al extranjero, Harris ha comenzado a trazar una ruta que intenta solucionar el origen de la migración.

Las líneas de acción se encaminan a impulsar el crecimiento y el desarrollo de las regiones expulsoras de migrantes. En Guatemala, la vicepresidenta estadounidense aseguró que se requieren acciones que convenzan a la gente de que hay razones para confiar en el futuro de su país en lugar de migrar y reconoció que a Estados Unidos le conviene ayudar a crear oportunidades y compartir la prosperidad económica.

En México se firmó un memorándum de entendimiento que crea “una alianza estratégica para abordar la falta de oportunidades económicas en el norte de Centroamérica” e incluye el compromiso de inversiones por 250 millones de dólares en el sur-sureste de México. Entre los acuerdos figura también el combate a las bandas de traficantes de personas.

En pocas horas parece haberse avanzado lo que no se hizo durante años. Están involucrados de manera directa los gobiernos de las naciones que enfrentan el problema y el plan parece apuntar en la dirección correcta: recursos directos para generar empleo, el compromiso de llevar inversiones, el combate a bandas que ofrecen la riesgosa —y casi siempre falsa— promesa de trasladarlos a Estados Unidos a cambio de elevadas cantidades de dinero. Sin embargo, hay al menos dos temas que habría que incluir: eliminar la violencia en zonas de Centroamérica (otro de los motivos de la migración, además de la pobreza) y ofrecer oportunidades de trabajo legal, temporal y ordenado en Estados Unidos.

Esta parece la última oportunidad para resolver el problema. Su fracaso o éxito dependerá exclusivamente de los gobiernos involucrados.