Con una transportación de pasajeros por menos de la mitad de la que brindaba antes de la pandemia, el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro enfrenta una severa crisis por una caída en sus ingresos.

Si su promedio mensual de pasajeros era de 134 millones en marzo de 2019, dos años después sólo es empleado por unos 65 millones al mes, aun cuando en abril de 2020 sólo fue utilizado por 41 millones de personas, durante el periodo más severo del confinamiento.

Y si bien puede hablarse de una recuperación, la evidente falta de pasajeros puede explicarse tanto porque la capital aún sigue en semáforo amarillo como por el accidente registrado el 3 de mayo pasado —sumado al incendio en el Puesto Central de Control, el 9 de enero de este año—, que han dejado en una buena parte de la población la percepción de que el Metro no está recibiendo el mantenimiento adecuado a raíz de las políticas de austeridad emprendidas por el gobierno actual.

Asimismo, porción importante en la caída de la movilidad en Metro se explica también por la salida de operación de la línea 12 del metro, una de las más concurridas de todo el sistema al cruzar por Iztapalapa, la alcaldía más poblada de la capital.

Es necesario tener presente que la actividad de la capital, aunque ha experimentado notables avances, aún no se ha restablecido en su totalidad y además de las escuelas, son numerosas las empresas que siguen manteniendo el trabajo a distancia; eso sin contar los trabajos perdidos que han cancelado parte de la movilidad en la ciudad.

También debe considerarse que entre la población está presente el miedo al contagio y que una porción importante de los habitantes evitan el transporte masivo por considerarlo el foco principal de propagación del virus.

La movilidad en la megalópolis no se entiende sin ese transporte, especialmente para la clase trabajadora, y su uso es una valiosa ayuda para reducir la contaminación por combustión de hidrocarburos.

Que la política de austeridad no se mal entienda. Para el Metro capitalino no tendría que haber restricciones financieras, dada la importancia que representa para la movilidad de la urbe, sus ventajas ecológicas y su accesibilidad económica para el usuario.

Lo que la población capitalina debe esperar es que para los nuevos congresos legislativos, tanto local como federal, el Metro se convierta en uno de los asuntos de mayor importancia y que se le asignen los recursos suficientes para operar con eficiencia y, principalmente, con seguridad.