En el mercado laboral a menudo se esgrime como argumento para no subsanar la brecha salarial entre mujeres y hombres, el que las primeras no dedican tanto tiempo al trabajo remunerado por dividir su interés hacia otros aspectos de su vida personal que requieren de su atención. Sin embargo, un estudio conjunto entre el Inegi y el Instituto Nacional de las Mujeres revela que, durante 2019, las mujeres trabajaron más tiempo a la semana que los hombres, haciéndose más acentuada esta diferencia en cinco entidades del país, en donde en un caso (Zacatecas) la carga de trabajo se prolonga hasta 12 horas semanales más para las mujeres, en comparación a la población masculina en ese estado.

A nivel nacional, se obtuvo un promedio de 6.2 horas más que ellas dedican al trabajo a la semana, en proporción al tiempo que invierten ellos. Tales cifras refieren la disparidad que aún prevalece entre las poblaciones femenina y masculina, y que viene a ahondar aún más la brecha de la desigualdad entre mujeres y hombres, en las que ellas no sólo trabajan más, sino en la que también ganan menos, pese a que en ciertos ámbitos son ellas quienes están mejor preparadas, son más eficientes y demuestran una entrega mucho mayor.

Según el informe de las dos instituciones citadas, cuyos resultados son parte de una encuesta nacional sobre el uso del tiempo, las mujeres mexicanas invierten más del doble de horas en trabajo no remunerado (labores domésticas) que el que les exigen sus empleos remunerados, mientras que para los hombres la proporción es a la inversa: los hombres apenas contribuyen al hogar con menos de la mitad del tiempo del que invierten en sus trabajos pagados.

Cabrá esperar que en el siguiente informe que abarque la experiencia registrada en 2020, se documente la forma en que la contingencia sanitaria de este año impactó en la cantidad de trabajo efectuado por mujeres y hombres, anticipando que la pandemia seguramente contribuyó a ensanchar aún más la brecha laboral entre ambos.

Y es que durante la pandemia las mujeres también asumieron nuevos roles que se sumaron a los de su trabajo remunerado y el doméstico, como el de las actividades escolares de los hijos, que tuvieron que absorber ante el cierre forzado de escuelas. Se trata de un triple papel que han tenido las mujeres no sólo a raíz de la pandemia sino desde antes, a los que a partir de la declaratoria de emergencia sanitaria, vino a agregarse para algunas el confinamiento y el maltrato por parte de la pareja, tanto físico como psicológico, que viene a meter mucho más presión en la inequidad de género. Hay que estar atentos para revertir toda desigualdad.

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