El planeta comienza a sentir los estragos de albergar a casi 8 mil millones de personas. La presencia humana en prácticamente todos los confines altera el equilibrio ecológico. La desaparición de especies, la destrucción de bosques, la contaminación de ríos son solo algunas de las consecuencias del abuso hacia el ambiente.

Entre las imágenes más difundidas para alertar sobre la degradación del entorno se encuentran los millones de plásticos que se acumulan en ríos y océanos alrededor del mundo. La cruzada para eliminar el uso de bolsas de plástico se ha convertido en un movimiento mundial al cual se ha unido México.

Desde este 2020 la capital del país prohíbe el uso de esos artículos y varios estados están en la misma ruta. Hay un fenómeno de “desplastificación nacional”. Aunque en las entidades los tiempos no corren a la misma velocidad, 27 estados han legislado sobre la eliminación, disminución o sustitución de plásticos de un solo uso. Los estados que aún están en proceso y cuyas legislaciones no han madurado son Sinaloa, Campeche, Michoacán, Tlaxcala y Baja California Sur, donde aún se carece de reglamentos.

Este tipo de disposiciones le hacen falta al país, pues apenas se está atacando solo una de las caras del daño ecológico que el estilo de vida actual ocasiona sobre el ambiente.

Tendría que ser el primer paso hacia una serie de esfuerzos para que México adopte una visión de protección ambiental de mayor alcance que involucre a empresarios, sociedad civil y gobierno. Ante derrames de desechos tóxicos en ríos o lagunas, ante la pesca de especies vedadas, ante la tala ilegal de bosques, se requiere una planeación integral —nacional— para articular una política ambiental.

Para México es urgente construir una cultura de protección al ambiente por parte de industriales, de consumo responsable por parte de los ciudadanos y de aplicación estricta de la ley con las oportunas sanciones en caso de incumplimiento por parte de la autoridad.

En ocasiones parece que la riqueza ambiental del país no es valorada, que su defensa y protección es cuestión únicamente de grupos ecologistas. Ahora la prohibición del uso de bolsas involucra directamente al ciudadano. Para todos debe quedar claro el objetivo de la decisión: proteger el entorno y al mismo tiempo el único lugar que tenemos para vivir. No es necesario decir más.

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