Una exigencia constante del sector científico es la asignación de fondos suficientes que contribuyan al desarrollo del sector en el país, pero la respuesta que se obtiene —en este gobierno como en anteriores— es la carencia de recursos. La emergencia sanitaria causada por el coronavirus SARS-Cov-2 representa una coyuntura ideal para apoyar de manera excepcional en el desarrollo de una vacuna mexicana a investigadoras e investigadores que están trabajando en ello. ¿Puede haber en estos momentos algo más importante que frenar contagios y contener fallecimientos?

Al menos ocho instituciones nacionales están trabajando en la creación de una vacuna contra el Covid-19, pero avanzar más allá de una etapa preclínica es casi imposible si se carece de financiamiento. Únicamente la colaboración entre laboratorios Avimex (con experiencia en desarrollar vacunas para animales) y el Instituto Mexicano del Seguro Social ha recibido el apoyo del Conacyt. Del resto, solo dos recibieron aportaciones de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, dependiente de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

En el mundo, de acuerdo con Airfinity, una empresa de análisis de datos científicos, más de 60% de la inversión en vacunas contra el Covid-19 que hoy circulan en el mundo, surge del apoyo gubernamental; alrededor de 25% de la inversión privada y 13% de organismos no gubernamentales.

Países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, China y Rusia no dudaron en apoyar investigaciones para conseguir la vacuna contra el Covid lo más pronto posible. Los resultados están a la vista. Desde diciembre pasado comenzaron a vacunar su población, mientras el resto de las naciones esperan el abasto del antígeno para iniciar o acelerar la inmunización.

A pesar de que la carrera por desarrollar una vacuna comenzó prácticamente con el descubrimiento del virus, en México nunca se pensó en articular una política para financiar investigaciones que comenzaban a realizarse en universidades e institutos. Ni gobiernos estatales ni sector privado fueron convocados para financiar un proyecto —literalmente— de vida o muerte.

Es gratificante conocer que los trabajos para conseguir una vacuna no se concentran solo en la capital del país. Las universidades públicas de Querétaro, Baja California, San Luis Potosí y Michoacán se encuentran concentradas en desarrollar la vacuna. El talento científico en México existe y es urgente apoyarlo. La austeridad no debe ser un pretexto.

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