Parece que por fin en el Estado de México se hizo caso a una de las demandas más reiteradas de las mujeres que padecen violencia intrafamiliar: el de poner distancia inmediata con respecto a su agresor, para lo que ya contarán con el respaldo de la autoridad. Anteriormente, por el riesgo de convivir con su atacante en un mismo espacio, eran las mujeres las que se veían obligadas a dejar el hogar y buscar refugio con amigos o familiares, o en casos extremos acudir a refugios que lamentablemente han sido cancelados; ahora con el nuevo procedimiento será el hombre el que tenga que salir del hogar si no desea complicar su situación legal.

Antes tardaba hasta un mes a partir de que se levantaba la denuncia hasta que el caso pasaba al juzgado, ahora se promete que en tan solo 8 horas se puede obligar a un agresor a salir del domicilio conyugal. Si bien eso es lo que se espera, que se faciliten los trámites para las mujeres que son objeto de violencia intrafamiliar, hay que reconocer también que se trata de un avance que permite a la mujer obtener la medida de protección sin tener que esperar audiencia.

Las autoridades confían en que al sacar al agresor del núcleo familiar se evitará en muchos casos llegar al extremo más abominable de esta cadena de violencia: el feminicidio.

Sin embargo no solo basta con medidas precautorias, sino también dar un enfoque integral para atacar especialmente la impunidad, como la del candidato de Morena a gobernador de Guerrero, Félix Salgado Macedonio, en el que pese a que hay cuatro denuncias formales en su contra y decenas de señalamientos públicos, parece que con todos esos antecedentes se ha ignorado la defensa de las mujeres que tanto pregona la actual administración del país. Al darle oportunidad a un hombre tan abrumadoramente señalado como él, contender por un puesto político de importancia, se manda una potente señal de impunidad.

Debe procurarse que las medidas anunciadas para el territorio mexiquense no se limiten a su aplicación esclusivamente ahí, sino que busquen ampliar su cobertura a toda la república mexicana, toda vez que las agresiones no conocen de límites geográficos ni se circunscriben a un solo punto de la nación.

Es tan importante una buena ley como el demostrar que se acata y se aplica. Pero si por otro lado hay un poderoso mensaje en el que se dice que no importa cuántas denuncias haya, el poder machista y el pacto patriarcal estarán entonces por encima de lo que la sociedad exige se cumpla y se castigue. Se requiere entonces de congruencia del gobierno en la protección a la mujer.

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