Los registros oficiales colocan a 2019 como el año más violento en la historia reciente del país. Las mismas estadísticas muestran que para las mujeres no hubo excepción y también resultó el peor año en ocho delitos, incluidos el de homicidios dolososos y el feminicidio, así como lesiones dolosas, extorsión, corrupción de menores, secuestro, trata de personas y tráfico de menores.

El aumento del número de mujeres que sufrieron algún delito no ha parado desde 2015. EL UNIVERSAL publica hoy que ese año se reportaron 62 mil 567 víctimas del sexo femenino, mientras el año pasado el total fue de 74 mil 632. Un incremento de 20%.

La violencia pega por igual, sin importar el género, aunque hay entidades que marcadamente presentan un escenario hostil para la mujer. El Estado de México, por ejemplo, acumuló el año pasado el mayor número de lesiones dolosas contra mujeres, al registrar un total de 16 mil 345. Muy por debajo, con 6 mil 666 incidentes, le siguió Guanajuato.

¿Qué acciones han faltado para proteger a la mujer?

Analistas consideran que la política de género se encuentra estancada, además de incompleta, debido a que únicamente se ha enfocado en empoderar a las mujeres, las cuales están conscientes de sus derechos, pero poco se ha trabajado en la educación de los hombres para profundizar el respeto hacia la mujer.

¿Cuántos hombres de verdad han asimilado que deben superarse los estereotipos de que el color rosa es para las mujeres y el azul para los hombres? ¿O que nada hay de malo si alguna niña adopta los autos como sus juguetes favoritos?

¿En cuántas familias prevalecen aún atavismos como la supuesta inferioridad de las mujeres o la idea de que el hombre es el jefe del hogar y por lo tanto es su “obligación” castigar la conducta de su pareja o hijos?

En la actualidad hay mamás que trabajan y en distintas profesiones los estereotipos han quedado atrás: hombres que son enfermeros o mujeres que son policías. En la vida pública hay avances en la igualdad. La mujer es reconocida por su capacidad profesional. Sin embargo, al cruzar la puerta de su hogar —si tiene vida en pareja o en familia— la situación es diferente para muchas de ellas.

Mientras el hombre no reconozca que la equidad debe darse en la vida pública como privada, la violencia contra las mujeres persistirá. Educar al hombre debe ser el siguiente paso para alcanzar una verdadera igualdad.

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