El deterioro laboral que se dio como consecuencia de la pandemia causada por el coronavirus empieza a revertirse con la creación de empleos en los últimos meses. Pero esta vuelta a la normalidad no ha sido igual para todos. En el grupo de los menores de 30 años todavía no se recuperan las fuentes de empleo que existían antes de marzo de 2020, cuando empezó el confinamiento.

De acuerdo con las cifras que reporta el Instituto Mexicano del Seguro Social, en octubre pasado se recuperó el número de empleos formales existentes a inicios del año pasado, pero no para los menores de 30 años. En este grupo de edad, al cierre de octubre había 6 millones 493 mil 523 plazas registradas en el IMSS, ligeramente abajo de los 6 millones 582 mil empleos registrados en febrero de 2020.

Es bastante factible que en este noviembre se revierta totalmente la pérdida de empleos, aunque quizá no será por mucho tiempo, pues en diciembre usualmente se presenta una pérdida de plazas porque concluyen muchos contratos. Conforme a datos de los últimos 10 años, se pierde un promedio de 300 mil puestos de trabajo, de los cuales la mitad se da entre menores de 30 años.

Sumado a eso está un factor importante: del primer trimestre de 2020 al segundo trimestre de este año la población en edad de trabajar aumentó en 2.5 millones de personas, de acuerdo con el Inegi, cifra de empleos que tendría que haberse sumado a las plazas registradas en el IMSS para poder afirmar que el país se encuentra en niveles prepandemia en materia laboral.

Una muestra del rezago persistente es que hasta el segundo trimestre del presente año, 1.2 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años se encontraban desempleados, casi la mitad de la población desocupada en ese periodo.

Como lo demuestran los datos, los jóvenes han sido uno de los sectores más vapuleados por la pandemia por la pérdida de oportunidades laborales. Nunca ha sido fácil para los miles de jóvenes que cada año terminan una carrera universitaria encontrar un empleo, pero en este momento la situación luce aún más complicada.

De no adoptarse programas inmediatos que impulsen la incorporación de jóvenes a la vida laboral formal, para buena parte de esta generación su futuro será, en el mejor de los casos, la economía informal. Es un problema en cuya solución tendrían que involucrarse de manera estrecha gobierno y sector privado. Hay millones que esperan.