Para ciertas funciones, la posibilidad de trabajar a distancia sin duda se trata de una revolución generada a raíz de la pandemia y que dará lugar a una nueva cultura laboral. Siempre se creyó en el paradigma de que había que tener a los trabajadores en un mismo espacio físico, para facilitar su supervisión y control, pero lo que ha demostrado el home office en el tiempo en que el confinamiento lo hizo necesario, es que se trata de una visión más inteligente que permite reducir tiempos de traslado y los tiempos muertos que se dan en las oficinas, haciendo más eficiente el trabajo que se realiza desde casa, incrementando la productividad en algunos casos hasta un 22%.

Para muchos sectores laborales ha llegado el momento de dejar de tasar la productividad bajo el rasero de las horas invertidas, y ponderar en su lugar no el tiempo sino la calidad del trabajo realizado.

También es una realidad que al estar en casa, se hace igual de necesario atender las problemáticas de la vida hogareña y el cuidado de los hijos a la par de que se hace el trabajo de oficina, lo que invariablemente se convierte en una potencial fuente de estrés adicional que lleva a confrontaciones y situaciones de violencia.

Sin embargo, lo que han demostrado los cambios en los últimos meses es que el paradigma del uso de oficinas para el control físico del personal ha quedado exhibido en su ineficiencia y dispendio innecesario.

México es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) donde más horas se trabaja por año, de acuerdo con cada reporte anual del organismo. Aquí se laboran más de 43 horas a la semana, mientras que Alemania, en el otro extremo del espectro, ocupa un promedio de 26 horas la semana. Pese a ello, la productividad de ambos países es inversa. México se encuentra al fondo de la tabla. ¿Cómo es eso posible con tanto tiempo “laborado”?

La explicación es que horas oficina no se traducen, de manera proporcional, en productividad: allá entienden que 26 horas bien invertidas, con personal motivado y bien dirigido, concentrado, son mejores que 43 horas de tiempo exigido en la mera presencia física sobre un escritorio.

Como en otros momentos desafiantes de la humanidad, la pandemia no sólo ha traído infortunios, sino también avances en el conocimiento derivados de la necesidad de superar esos problemas. Ojalá México aprenda de esta lección y deje de equiparar horas-oficina con productividad, porque claramente no son lo mismo.

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