Tras anunciar que creará su propia empresa para distribuir gas, el gobierno mexicano ahora da a conocer que también buscará producir sus propios fertilizantes para abaratar precios y dejar de depender de proveedores del exterior, así como para beneficiar al sector agrícola.

El problema del gobierno como empresario es que no se preparan ni presentan planes de negocio, y da la impresión de que cuando se detecta algún producto o servicio que comienza a encarecerse, encuentran un nicho de oportunidad para intervenir y crear una empresa estatal para controlar el sector y fijar sus propios precios, por lo menos idealmente.

Se debe comprender que los precios suben porque se encuentran sometidos a los vaivenes del mercado internacional, así que si la intención gubernamental es meter control en cada sector para mantener precios bajos para beneficiar a los mexicanos, tendrá que hacerlo a través de subsidios que, al final, termina pagando el mismo pueblo a través de sus impuestos, cuotas y contribuciones, lo que genera un círculo económico perverso y de poco beneficio social, aunque en apariencia se pretenda lo contrario.

El gobierno debe emprender para convertirse en abastecedor de productos y servicios solo si hay viabilidad de negocio y puede obtener un margen de ganancia que se pueda retribuir al consumidor en forma de precios bajos, pues en caso contrario se convierte en una carga presupuestal más para el Estado, como es el caso de Petróleos Mexicanos.

Estos proyectos de crear empresas para satisfacer necesidades de la población a bajo costo, no hace más que constituir un regreso a las políticas estatizadoras de los años 70, cuando el gobierno pretendió convertirse en una superempresa que lo mismo proveía de gasolinas que de suministro eléctrico o servicio telefónico.

La intención del gobierno actual es loable, pero debe hacerse con un estudio detallado de las características de cada mercado y la factibilidad para el país de intervenir en él, especialmente en aquellos sectores y ramos en los que las fluctuaciones de precios de materias primas pudieran generar pérdidas cuantiosas que exigirían destinar grandes presupuestos para subsidios a cambio de mantener costos bajos para la población.

Se debe voltear a ver las experiencias que tuvo en el pasado el estado mexicano en sus incursiones empresariales y aprender de los errores que le llevaron en algún momento a desincorporar y privatizar las empresas que tenía, con sus cargas monopólicas y de mal servicio que las hicieron incapaces de competir con opciones privadas o extranjeras. Hay que entender que la competencia es la que genera mejores precios y servicios.