A pocos meses de haber entrado en operación la Guardia Nacional, una serie de inconsistencias en la distribución territorial de sus efectivos ha salido a la luz, ya que si bien en algunos casos obedece proporcionalmente al número de habitantes por atender, por otro no parece tomar en cuenta los índices de violencia en cada lugar. Así, por ejemplo, es desconcertante que el estado de Querétaro tenga desplegada una cantidad de efectivos ligeramente superior a los destinados a Tamaulipas, cuando es evidente que la situación de inseguridad en este último es especialmente preocupante, mientras que los queretanos viven bajo una relativa calma en comparación con otras entidades.

Más preocupante aún es que cuando se revisan las cifras a nivel municipal, éstas denotan la ausencia total de elementos de la Guardia en algunos municipios, incluso en los que han registrado actos de violencia comprobada. Incluso resulta inaudito saber que de municipios como Minatitlán y Coatzacoalcos y Cosoleacaque, en los que se suscitaron recientemente actos de violencia exacerbada, 770 efectivos fueron retirados sin una explicación o justificación de tal decisión.

Expertos consultados coinciden en solicitar se haga una redistribución de los efectivos de la Guardia Nacional con base en un análisis de las características y necesidades de seguridad de cada región. Estos especialistas señalan que la Guardia Nacional, si desea ser la solución a los problemas de violencia e inseguridad de nuestro país, debe adherirse a un proyecto bien fundamentado en lo que primero que se tenga en consideración sea la de tener a un elemento ahí donde es necesario que esté, y no distraer a otros en sitios con baja ocurrencia de hechos delictivos. Afirman que sería un gran error hacer un reparto equitativo de tropas en todo el territorio nacional en momentos que hay puntos que requieren más atención que otros. Como bien señala uno de los consultados: en cuanto a la Guardia Nacional lo que se requiere es “un traje a la medida”, ya que de lo contrario se fomentaría un desperdicio de todo su potencial y se alejaría de su objetivo esencial que es el de disminuir la violencia.

La expectativa generada por la Guardia Nacional es muy alta como para que el despliegue sea caprichoso o con base en ocurrencias. Si es que existe un método que se esté aplicando para su distribución territorial, éste debe ser informado a la opinión pública; de lo contrario, los datos que hasta ahora se conocen hacen únicamente ver el despliegue sin una lógica aparente o justificable.

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