Análisis del Inegi dejan ver que en nuestro país de más de 126 millones de habitantes, la generación de riqueza recae en apenas poco más de 20 millones de trabajos formales, y aunque la informalidad es mayoría y también contribuye a las finanzas nacionales, resulta menos productiva por sus mismas características.

La riqueza de una nación se mide a través del Producto Interno Bruto (PIB), al que contribuye el sector de la formalidad con menos de la cuarta parte, pues de cada 100 pesos generados, 77 salieron de trabajos formales y 23 de los informales.

Asimismo, según las cifras del Inegi, de un universo de más de 48 millones de mexicanos económicamente activos, 20 millones se mueven dentro de la formalidad y los restantes 28 millones lo hacen de manera informal, es decir fuera de los marcos legales y regulatorios de la economía, con la consiguiente evasión de la responsabilidad fiscal y la pérdida de la protección y servicios que el Estado otorga.

Las décadas en las que este país ha vivido en crisis, la informalidad si bien ha servido para que algunas industrias evadan sus responsabilidades legales y eviten el pago de sus contribuciones al Estado, también es la solución que han encontrado las clases populares para contar con una ocupación y un ingreso, siendo el comercio, la construcción, la industria manufacturera y la prestación de servicios (por ejemplo como trabajadoras domésticas, meseros o cargadores), las actividades más socorridas por los trabajadores informales, muchos de ellos a través del autoempleo, ante la falta de oportunidades en el sector formal.

Durante años se ha hablado de la situación pero ningún gobierno ha puesto las bases para transformar la informalidad, y varios la han capitalizado para beneficiarse políticamente de ella pero nunca con el objetivo de modificar o mejorar las condiciones de los trabajadores informales.

Y si bien el gobierno actual ha recalcado una y otra vez su actuación en beneficio de las clases más desfavorecidas, lo hace a través de la entrega directa de ayuda tanto en especie como económica, y no mediante su inserción en la formalidad, el mejoramiento de las condiciones de quienes ya están en ella, la creación de empleos ni con incentivos a las empresas integrantes de la formalidad que es la principal generadora de riqueza y bienestar. Hay que voltear a ver a ese sector en beneficio de todos

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