Alcanzado ayer el nuevo máximo histórico de contagios y decesos por Covid-19 en México, cabría preguntarse si este acentuado repunte en el número de nuevos casos fueron producto de las aglomeraciones por las compras de regalos y juguetes de la temporada navideña, o como resultado de festejos y reuniones celebrados por esos mismos días, lo que demostraría que para una buena parte de la población los llamados para mantenerse en casa y evitar los encuentros con personas que no constituyen parte del círculo inmediato familiar, fueron punto menos que palabras huecas.

Las estadísticas muestran que de noviembre a la fecha crecieron 40% los contagios entre la población de entre 20 y 39 años, quienes por su movilidad —para la mayor parte de ellos necesaria por ser población económicamente activa— constituyen los principales propagadores del virus, aun cuando una buena porción de ellos cursen como asintomáticos, lo que los hace doblemente riesgosos para el resto de la población, en especial para adultos mayores y personas con alguna comorbilidad.

Asimismo, ese sector de la población fue también el más reacio a respetar el confinamiento y abstenerse de mantener encuentros sociales, como lo demuestran las imágenes de sitios vacacionales y fiestas saturados por muchedumbres con escaso o nulo acatamiento de medidas de prevención de contagios.

Y en la medida en que se multiplican también los reportes y denuncias de bailes clandestinos —muestra de la grave irresponsabilidad que hay entre algunas personas que anteponen su diversión personal a la urgencia colectiva por detener la propagación del coronavirus— se agudiza también la ocupación hospitalaria y la escasez de insumos como el oxígeno, necesarios para atender a quienes lamentablemente ya han caído enfermos.

Se ha llegado al extremo de tener hospitales donde para acceder a una cama la única opción es esperar a que se desocupe alguna con la muerte de su ocupante previo.

Se desoyeron los llamados y ahí están las consecuencias. Mientras no se tome conciencia de la importancia de que cada quien asuma su responsabilidad en la lucha contra la pandemia, seguirán presentándose las elevadas cifras que se han visto en el mes en curso. Aun cuando ya ha iniciado incipientemente las primeras etapas de vacunación, el camino se avizora todavía largo por recorrer rumbo hacia la cobertura de toda la población.

Hay que esperar que en realidad se haya alcanzado ya el punto máximo de los contagios y que de aquí en adelante las cosas ya vayan en descenso, por el bien de México.

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