Transitar de procesos electorales turbios y llenos de anomalías a comicios transparentes y organizados por ciudadanos ha sido un proceso que ha tomado décadas en el país y que sigue confeccionándose. Las reformas a la ley electoral se han vuelto comunes, usualmente después de cada proceso, pues se busca perfeccionarlo, corrigiendo lo que no funciona.

A poco más de dos meses de haberse realizado elecciones intermedias y sin que haya concluido totalmente el proceso, hay voces que claman ya por transformar el escenario de realización de los comicios. A diferencia de las ocasiones anteriores, esta vez no son partidos políticos los que empujan una reforma, sino el jefe del Poder Ejecutivo.

Desde la tribuna presidencial se asegura que los integrantes del Instituto Nacional Electoral y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación “no son demócratas”, “no respetan la voluntad del pueblo” y “no actúan con rectitud”. Por esas razones se necesita un “cambio completo de todos [sus integrantes], una renovación tajante”.

Se apunta a las personas, en lugar de mencionar aspectos específicos del proceso, a pesar de que hay áreas de oportunidad como mayor vigilancia al gasto de los partidos y a candidatos en precampaña o la disminución de prerrogativas, por ejemplo.

No se pueden negar las buenas cuentas que entregó el INE en la organización de las elecciones del pasado 6 de junio. En esa jornada el partido oficial se llevó la mayoría de las gubernaturas en disputa; las escasas derrotas que obtuvo fueron en las alcaldías de la capital del país y en la Cámara de Diputados, donde disminuyó su presencia.

Cosa distinta es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, donde ha prevalecido el uso de recursos de manera discrecional y acusaciones de corrupción. Para sancionar esas conductas hay cauces establecidos y a ellos se deben recurrir.

La nueva andanada contra las instituciones electorales coincide con resoluciones en contra de Morena. El mensaje que parece enviarse es: “si no gané todo, la culpa fue de los órganos electorales”.

Los procesos electorales mexicanos han sido elogiados en el mundo... y deben seguir modificándose para mejorar, no para anular lo avanzado. Partidos y sociedad deben estar atentos.