Han comenzado a suscitarse ya los primeros enfrentamientos —afortunadamente hasta ahora solo verbales— entre quienes están a favor del Presidente y quienes están contra él. Ocurrió ayer en Cuernavaca, Morelos, a donde el mandatario acudió a una reunión con el gabinete de Seguridad, visita que fue aprovechada por integrantes del FRENA (Frente Nacional antiAMLO) para expresarle su rechazo, mismo que fue contratacado por simpatizantes del jefe del Ejecutivo presentes en el lugar.

Si bien no es la primera vez que se dan este tipo de roces entre partidarios y adversarios del gobierno actual, constituye la primera ocasión que resulta tan clara la polarización política de la sociedad mexicana entre quienes defienden rabiosamente a la 4T y quienes se manifiestan decepcionados y hasta traicionados con su proyecto.

Se trata de un caldo de cultivo que el mandatario comenzó a gestar desde su primer día de gobierno y que ayer generó lo que podría ser una escalada en la polarización del país resumida por el propio jefe del Ejecutivo en su reciente aseveración de que “quien no está con la transformación, está contra ella”.

El país no está para confrontaciones entre mexicanos, sin embargo se trata de la cosecha de lo que ha venido sembrando el mandatario desde que ha estado en campaña en pos de la presidencia del país. Día con día, en cada una de sus conferencias matutinas, el Presidente refiere un México compuesto de liberales y conservadores, “fifís” y “chairos”, “prianistas” y “amlovers”, “pueblo bueno” y “ricos corruptos”; en sí en un claroscuro de buenos y malos.

Lo sucedido en Morelos es apenas el primer atisbo de una confrontación que podría llegar a más si se le deja crecer y se le alimenta desde el podio presidencial. Por ello extraña que en Palacio Nacional se desconozca, o se quiera desconocer, la importante función que desempeñan los organismos autónomos que defienden los derechos humanos y protegen a grupos y minorías.

El permitir que se manifiesten ataques en los que aflora el racismo y el clasismo es tal vez solo una primera gota derramándose de un vaso que se ha venido llenando con resentimientos sociales atizados desde Palacio Nacional.

No es conveniente ese camino que el propio presidente ha cultivado, en donde sus seguidores y detractores están echando leña a una hoguera que apenas ha empezado a arrojar el humo blanco que antecede a las primeras llamas. Por eso es que algunos ya advierten que esta confrontación es como un virus que puede degenerar en una pandemia social que, igual que el Covid, puede detener al país e incluso llegar a cobrar vidas de seguir consintiendo y alimentando el encono al interior de la sociedad mexicana.

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