La mayor causa de muertes por sobredosis en Estados Unidos tiene su origen en el consumo de fentanilo, lo que debería hablar del riesgo para la salud que representa esta droga que originalmente llegó desde China, pero a la cual, por su facilidad de producción y su elevado potencial de ganancias, se le está maquilando ya en múltiples países, incluido México.

Se trata de una droga que está afectando a mujeres y hombres por igual, y causando la muerte en especial a los que están en el rango de edad de los 18 a los 45 años, aunque existe sospecha de que debe haber una alta afectación también entre menores de edad, aunque en este sector hay una neblina legal que encubre su detección y consignación en los informes públicos.

Y el peligro se incrementa en los últimos tiempos porque incluso ya no es necesario trasladarse a barrios o calles específicos para adquirirlo, sino que ha crecido un mercado negro en el que se pueden comprar pastillas con este activo desde el teléfono celular, tan solo dando un clic y al parecer sin ningún tipo de restricción o investigación previa, mercancía que aún todavía en su mayor parte, usando el cibercomercio, se hace llegar desde China.

Es así que a su ya de por sí potencial químico letal, se debe añadir un agravante mercantil: la facilidad con la que se le puede adquirir gracias a las redes sociales y a la lentitud de respuesta de las policías encargadas de combatir su comercio.

Y no es solo la cantidad de fallecimientos por sobredosis lo que inquieta a las autoridades estadounidenses —y mexicanas por correspondencia—, sino el impacto social que provoca su consumo y facilidad de adquisición, y que evidentemente golpea a nivel neuronal a los jóvenes de allá y de acá, así como los hábitos que induce y trastoca para buscar satisfacer la adicción que produce, con su lógica repercusión en desintegración familiar y otras reacciones adversas para el tejido social.

México debe cuidarse de no caer en esa epidemia en la que está Estados Unidos, aunque el riesgo ahí está ya que la lógica comercial impone que los mercados busquen su expansión; la experiencia señala que algo similar ocurrió en el pasado reciente con la cocaína, el cristal y otras drogas, en donde en México hay un problema de consumo de esas sustancias. Hay que aprender de ello.

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