La pandemia ocasionada por el coronavirus ha dejado una enseñanza evidente: la fragilidad de los sistemas de salud. Ante una emergencia sanitaria no hay país que resista un aumento en la demanda hospitalaria. Pero esta situación también está revelando otro tipo de pandemia: la violencia de género.

Para miles de mujeres alrededor del mundo, el confinamiento social no representa la oportunidad de ofrecer tiempo de calidad a la familia, sin la presión de desplazarse para llegar a tiempo a la escuela de los hijos o al trabajo. Para ellas el encierro representa una situación de alto riesgo. A contrario de lo que se espera, tienen que permanecer en un lugar donde conviven con su agresor, sin escasas posibilidades de pedir apoyo.

La situación no es exclusiva de México; se presenta en decenas de países. Un recuento que hoy presenta EL UNIVERSAL registra un aumento en la violencia de género durante la cuarentena indispensable para atenuar la propagación del coronavirus.

En Estados Unidos han crecido las llamadas para denunciar violencia doméstica. El gobierno francés informó de un alza de 32% en los reportes en solo una semana. En Australia aumentaron 75% las búsquedas en internet de ayuda ante violencia doméstica.

En América Latina, el Observatorio Colombiano de las Mujeres documenta un crecimiento de 250% en las denuncias de agresiones contra mujeres, en las dos primeras semanas de aislamiento. En Brasil, los casos aumentaron 18%, según cifras oficiales. En Argentina las llamadas a la línea de atención a mujeres se elevaron 60%.

En México, el fenómeno se comporta de la misma manera. Los feminicidios continúan registrándose y las llamadas de mujeres al 911 para denunciar agresiones van en aumento.

Vemos mensajes oficiales de prevención por el coronavirus y llamados a permanecer en casa, pero es escasa la información sobre apoyos a mujeres que sufren de agresiones intrafamiliares. El virus del machismo está presente desde hace décadas y ha sido en los últimos años cuando se han hecho esfuerzos por contenerlo. Entre cuatro paredes, el problema puede retomar fuerza. Aunque la prioridad es evitar los casos de Covid-19, no debe bajarse la guardia frente a la violencia de género. Sería una tragedia retroceder en lo avanzado.

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