En materia educativa, los puntos de vista sobre enseñanza y planes curriculares son tan distintos como irreconciliables. En medio quedan, como espectadores, el alumnado y los docentes, y un sistema educativo público sumido en carencias y atrasos.

El intento más reciente de actualización del plan educativo, puesto bajo la lupa de expertos, no sale bien librado en varios puntos. En principio, señalan que en los documentos no está previsto cómo se va a poner en marcha el programa o de qué manera serán capacitados los docentes para formar una nueva cultura de la enseñanza, del aprendizaje y de la evaluación.

Una de las primeras dudas expresadas es sobre lo planteado en la propuesta y la realidad de la mayoría de los centros educativos. En el plan se pone en el centro la labor educativa basada en el diálogo, “pero cómo van a dialogar los docentes con grupos excesivamente numerosos... ¿cómo se concreta el diálogo en el ámbito real?”, preguntan especialistas.

Otra cuestión es que ya con más de la mitad del sexenio avanzado, el plan tendría que estar perfectamente explicado y practicado. También destacan que algunos estudiantes habrán migrado de plan en plan según los caprichos de los últimos gobiernos.

Respecto a un eventual diagnóstico de la puesta en marcha del Marco Curricular y Plan de Estudios 2022 de la Educación Básica Mexicana, lamentan la desaparición del Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE), que aportaría herramientas para distinguir avances o retrasos, así como capacitación de profesores.

Ayer el jefe del Ejecutivo federal precisó que ahora se busca una formación orientada al humanismo. “No queremos inventores de bombas atómicas, queremos creadores de fraternidad. Queremos maestros que enseñen a alumnos que van a ser buenos ciudadanos, que van a practicar el amor al prójimo”.

¿Acaso no puede ser compatible la enseñanza de valores con el impulso a materias vinculadas con saberes matemáticos o científicos?

Al país le vendría bien la confección de un plan educativo a largo plazo, con visión de futuro, en el que quepan todos los puntos de vista de los distintos actores que están vinculados con la enseñanza. Un plan en el que más allá de puntos de vista ideológicos (como advierten en la actual propuesta) o de acciones punitivas contra los docentes (como se calificó a la reforma del sexenio anterior) integre las necesidades reales de un país tan diverso y desigual como en el que vivimos. Las imposiciones no deben ser el camino.