Dos siglos han pasado desde que México alcanzó de manera oficial su independencia de España. Un día como hoy, el 27 de septiembre de 1821, los bandos rivales entraron como uno solo a la Ciudad de México, luego de 11 años de enfrentamientos. La lucha inició para poner fin al dominio español y para concretar las demandas de justicia, igualdad social y la no discriminación. ¿Cuánto ha avanzado el país en cumplir esas exigencias? De acuerdo con historiadores, México enfrenta hoy problemas similares a los de hace 200 años.

José María Morelos, en Los sentimientos de la nación, estableció el programa social del movimiento independentista: construir una sociedad donde haya menos desigualdad social y donde se moderen la indigencia y la opulencia. Sin embargo, 100 años después, personajes como Villa y Zapata se alzaron en armas en busca del mismo objetivo: mejores condiciones de vida para indígenas y campesinos.

Hoy la manera correcta de celebrar dos siglos de vida independiente tendría que ser con una autocrítica por los enormes atrasos que todavía persisten a nivel social, así como en impartición de justicia e igualdad.

La resolución de esas problemáticas debe ser lo más importante en la agenda nacional, por lo que se vuelve indispensable buscar acuerdos de gran alcance para modificar los escenarios de atraso y pobreza que se ven en amplias regiones del país; no solo rurales, también urbanas.

En el último cuarto de siglo México ha acrecentado sus libertades y se ha colocado en proceso de consolidación como sociedad democrática, pero el rezago social (más de 50% de la población en niveles de pobreza) es el enorme problema sobre la mesa. Hoy millones de personas apenas tendrán para comer, muchos sufrirán discriminación y otros más conocerán en carne propia la falta de justicia.

En 1821 dos bandos antepusieron el futuro del país sobre sus diferencias. En 1917 las facciones revolucionarias alcanzaron acuerdos y dieron una Constitución al país. Hacia adelante, México no puede continuar dividido y sumido en discursos polarizantes. Hoy el único camino para superar rezagos debe ser el diálogo.

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