Ante una deuda exorbitante que alcanza los casi 2.5 billones de pesos y la pesada carga que le representa el pago de los intereses, la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) podría poner sus pasivos en forma de bonos que, en una primera instancia, podrían ser adquiridos por el Banco de México, echando mano de las reservas internacionales con que cuenta el organismo financiero.

El momento es crítico para la petrolera, toda vez que en los siguientes tres años deberá cubrir un monto de casi 31 mil millones de dólares por vencimiento de plazos acordados y, en estos instantes, se le plantea como el tema más urgente reducir su endeudamiento, que buscar su crecimiento o incrementar su productividad.

Hace año y medio, cuando al Presidente se le planteó también usar el Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios para sanear la complicada situación financiera de Pemex, el mandatario externó en esa ocasión que no había necesidad porque las finanzas estaban sanas. “La instrucción es que no se toca”, aseguró entonces, a la par de que indicó que la paraestatal podría salir adelante por su propio esfuerzo, pues confiaba en que sólo se requería de explotar nuevos yacimientos e incrementar la productividad, pese a la progresiva caída de los precios del petróleo y sin advertir el inesperado impacto mundial que significaría la pandemia de Covid en 2020.

Incluso en esas fechas se habló de hacer la renovación de tres líneas de crédito para Pemex con tres bancos internacionales.

Pero ahora, los efectos negativos de la pandemia, sumados a una menor recaudación tributaria, han llevado a emplear fondos que se crearon sexenios atrás, pensados para épocas de vacas flacas, mismos que comenzaron a tomarse incluso cuando aún no había la necesidad pensando que, como en el caso de Pemex, podrían recuperarse rápidamente una vez que se limpiaran de corrupción las distintas entidades de la administración federal.

Ante la urgencia de sanear finanzas cuando la paraestatal tiene ya el agua hasta el cuello y en momentos en que la economía mundial vive una recesión que, entre otros efectos ha hecho reducir el consumo de combustibles, se le ha echado el ojo a las reservas del Banco de México.

Es una propuesta de mucho riesgo para las finanzas nacionales, si bien es algo que en este momento está impedido por la ley, pero la tentación para la actual administración es tanta que podría llevar a cambiar la normatividad para salvar el barril sin fondo que para el país significa Pemex, porque sería, como dice la sentencia coloquial, “meterle dinero bueno al malo”.

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