El Congreso de la Unión es la instancia en la que se debaten los grandes problemas, ahí se dibuja el futuro del país en muchos aspectos. La velocidad con la que se discutan repercute en la aplicación de los cambios que requiere el país. Si se atora el trabajo legislativo, el avance puede frenarse.

La legislatura actual iniciará en unas semanas el segundo periodo de sesiones. Los pendientes ascienden a más de 500 temas. Para terminar el rezago los legisladores tendrían que aprobar un promedio de 18 reformas a la semana, misión que parece inalcanzable.

El rezago no es extraordinario, pues en legislaturas anteriores los pendientes acumulados también han sido numerosos. Esta ocasión, sin embargo, Morena enfrenta una situación distinta a la que prevaleció hace 3 años, incluso a la que prevaleció en el primer periodo, pues no requería mayoría calificada para aprobar leyes.

Entre las reformas pendientes hay varias que requieren el apoyo de otras fuerzas partidistas. El cambio en la composición de fuerzas en el Congreso de la Unión debe significar también una modificación en la forma de negociar la aprobación de iniciativas, principalmente aquellas que implican la reforma a la Constitución. El acercamiento con fuerzas que tienen una perspectiva diferente en la adopción de reformas se torna obligado.

El diálogo que se ha iniciado recientemente desde la Secretaría de Gobernación con fuerzas opositoras, es una prueba de que todo acercamiento no implica una renuncia a principios, sino la construcción de consensos.

Aunque la discusión implique mayor tiempo en el logro de consensos, los resultados proporcionarán al país la confianza de que las decisiones se tomaron escuchando a todos los involucrados en las reformas. Ignorar las voces opositoras, que representan a sectores importantes de la población, no puede seguir siendo la opción. La ruta para reducir el caudal de pendientes debe ser la negociación.

La imposición debe ser un asunto del pasado para dar paso a la negociación. El interés nacional debe estar por encima de diferencias partidistas y de la intención de imponer ideologías.

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