Como era de esperarse, junto con el coronavirus corrieron otros varios virus más, como el del desempleo, el de la crisis económica, el del miedo, el de la incredulidad, el de la desinformación, el de la desorganización y uno que preocupa especialmente en estos días: el de la defraudación que se intenta realizar en medio de la emergencia sanitaria.

Entre la confusión y la urgencia, generados por la pandemia, cientos de vivales ven la oportunidad de lucrar con la necesidad, aprovechando el desconocimiento y el miedo ante una enfermedad nueva de la que el ciudadano promedio poco es lo que sabe.

La Guardia Nacional refiere haber evitado estafas a familias con enfermos de Covid por 420 millones de pesos, cantidad que sin duda debe constituir apenas si la punta del iceberg de ese inmenso mercado negro que está lucrando sin escrúpulos con la pandemia.

El abanico de fraudes y estafas en torno al Covid abarca desde supuestos remedios o medicamentos contra la enfermedad, como la venta de equipos y servicios fantasma, que se ofrecen a través de medios digitales y cuyos promotores desaparecen en cuanto logran hacer el cobro o recibir un adelanto.

Fraudes y estafas son el reflejo de un monstruo de mil cabezas que continuará mientras no haya información fiable y existan autoridades que descalifiquen a las fuentes fidedignas o que, más aún, tomen como una cruzada personal el combatirlas, confundiendo aún más a la opinión pública, y promover “verdades alternativas” como las llamara el expresidente estadounidense Donald Trump.

También están las amenazas de las fake news y los rumores malintencionados que se ciernen en torno a la pandemia y la vacunación, como el de propagar ideas relacionadas con que la inmunización esconde otros propósitos que buscan dañar a la sociedad o aprovecharse de ésta para fines no del todo claros.

Y si bien cada persona es libre de acceder o no a ser vacunada, no se debe olvidar que al no hacerlo no solo corre riesgo de enfermarse sino también de llevar la enfermedad a otras personas, con el peligro de transmitirla a personas vulnerables. La idea de la vacunación es precisamente cortar las cadenas de transmisión y poner obstáculos a la propagación del virus, por lo que insistir en desalentarla lo único que puede traer como consecuencia es la prolongación indefinida de la pandemia y la muerte de miles de personas más.

Hace falta más información para evitar que la gente caiga en fraudes, para hacer que la situación y la forma de confrontarla sean transparentes y comprensibles, sin tecnicismos que confundan o desalienten el interés público. Sólo así se podrá comenzar a ver la luz al final del túnel.

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