Un total de 209 quejas presentadas en los primeros nueve meses de 2020 contra la Guardia Nacional (GN) han hecho que este cuerpo de seguridad federal entrara, a poco más de año y medio de su creación, a la lista de las diez dependencias gubernamentales con más señalamientos por abusos y violación a los derechos humanos.

Comportamientos indeseados para un cuerpo de seguridad, propuesto como modelo de rectitud y civilidad, que incluyen acusaciones de tortura, intimidación, uso excesivo de la fuerza, retención ilegal, incomunicación de detenidos, desapariciones forzadas, robo de objetos durante cateos o incluso omisión en el cumplimiento de funciones o tareas asignadas.

Uno de los últimos hechos en los que se ha relacionado a integrantes de la Guardia con prácticas nocivas se dio en el estado de Chihuahua, en donde seis efectivos de la corporación resultaron involucrados en el ataque a dos manifestantes y la muerte de uno —una mujer— que tomaron la presa La Boquilla, al parecer siendo ejecutados cuando ya se habían retirado del lugar, alegando que ellos sólo respondieron una agresión por parte de los afectados.

Y si bien la respuesta institucional ante el caso fue que la GN no toleraría abusos o uso excesivo de la fuerza, reiterando a la vez el respeto irrestricto a los derechos humanos, lo cierto es que al interior de las filas de la corporación, no se ha buscado inculcar otras formas de conducirse ante la sociedad civil.

Poco ayuda para consolidar a la principal corporación de seguridad del país —uno de los emblemas de cambio del nuevo gobierno—, que sus elementos mantengan prácticas de abuso que caracterizaron a los cuerpos policiacos que les precedieron antes de su conformación, cuando lo que la administración actual del país buscaba era por el contrario gestar un organismo de seguridad con una nueva mentalidad y limpio de las prácticas corruptas del pasado.

Parte de la justificación de la sustitución de la Policía Federal por el nuevo cuerpo de la Guardia Nacional era que iba a estar compuesta por elementos con mentalidad diferente y de respeto a los derechos humanos. Sin embargo, al estar integrada en buen número por elementos provenientes de cuerpos policiacos o militares preexistentes, la Guardia también trajo consigo conductas irregulares de sus instituciones de origen, mismas que pudieron haber transmitido a los efectivos de primera incorporación. Aún es tiempo de revisar qué pasa en la GN para sacarla de esa lista negra.

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