Teniendo como objetivo arrebatarle la mayoría a Morena en la Cámara de Diputados para 2021, partidos políticos y organizaciones sociales anunciaron ayer la conformación de la alianza Va por México, con la que pretenden disputar 180 de 300 distritos electorales al partido en el poder, y para lo cual incluso han tenido que hacer a un lado sus rivalidades naturales.

La razón que lleva a partidos como el PAN, el PRI y el PRD a entablar esta alianza con el apoyo de agrupaciones ciudadanas es el intentar cambiar el rumbo que se ha dado al país con la autodenominada Cuarta Transformación, y por el cual han desaparecido programas y fideicomisos que en su momento se crearon para garantizar el bienestar de la población, o para ejecutar acciones y obras en el intento de aliviarle la carga de trabajo al gobierno federal.

El acuerdo se da en un momento en que varios sectores de la sociedad han señalado sentirse afectadas en alguna medida por las decisiones tomadas por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Así, dentro de la democracia están permitidas y bien vistas las alianzas, lo ideal es que no se tergiverse su uso como un ejercicio meramente pragmático para arrebatar el poder, sino que el objetivo esencial de esas alianzas sea el de posibilitar una mayor pluralidad en el país y generar un contrapeso real al poder del Ejecutivo y el de su partido.

Estará aún por verse si como aseguró el presidente nacional del PRD, Jesús Zambrano, que el establecimiento de la alianza marca un día importante para la salud democrática de la República, pero es innegable que por la conjunción de ideologías y posturas que este acuerdo conlleva, es ya desde su origen un ejercicio de pluralidad que por sí mismo puede resultar benéfico en el marco de la política nacional, pues como también se dijo, pactos como éste en otras épocas hubieran sido incongruentes por lo dispar de sus firmantes, pero que en tiempos de cambios que no en todos los casos se perciben como positivos, se hacen necesarios para tratar de equilibrar la balanza política en favor de todos.

El establecimiento de alianzas como contrapeso político deben ir más allá de una búsqueda del poder por sí mismo o por mero pragmatismo para fines mediatos, sino por el contrario buscar el bienestar de los gobernados, convirtiéndose tanto en un freno para decisiones mal tomadas o perjudiciales, como en un garante de realización para acciones necesarias a las que el Ejecutivo o su partido se opongan. Habrá que esperar a ver si el tiempo les da la razón o se convierte una vez más en un acto vacío.

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