Por ellas pasa todo el comercio exterior desde y hacia México. Con un flujo económico que en 2018 rondó los 460 mil millones de dólares en importaciones y otro monto similar en exportaciones, el riesgo de corrupción está presente en las aduanas terrestres, marítimas y aeroportuarias, dependientes del Servicio de Administración Tributaria (SAT).

La cantidad de operaciones que se realizan a través de ellas y, en consecuencia, la enorme entrada de ingresos por concepto de impuestos que suponen, forzosamente tendrían que constituir, si se manejaran sin corrupción, también un poderoso flujo de ingresos que proveería de amplios recursos al erario. Sin embargo, es un ámbito en el que hasta el propio presidente de la República reconoce no haber podido imponer orden hasta ahora, por lo que ha confiado a Horacio Duarte el reto de emprender la limpia en la Administración General de Aduanas (AGA).

Este funcionario indica que su gestión al frente de esta nueva encomienda se hará sobre un enfoque económico y recaudatorio en el que el gobierno de la 4T tendrá su apuesta en eficientar la recaudación como eje sobre el cual estructurar su proyecto general de desarrollo en áreas tan sensibles y estratégicas como la salud, la educación o la seguridad. Para ello adoptará un método por demás novedoso: implementar una administración itinerante que le permitirá hacer una labor de inspección para observar de cerca la forma de operar en las 49 aduanas del país y detectar de primera mano las fallas y elementos inoperantes.

Es momento de que los recursos que por contribuciones fiscales se generan en las aduanas, no se queden en pequeñas redes internas de corrupción. Su importancia es estratégica para la administración federal pues por ellas pasa más de una tercera parte del Producto Interno Bruto de la nación.

Si se logra poner orden en su funcionamiento, en uno de los sectores de más enquistado raigambre de corrupción con dos aristas muy visibles y vulnerables: la recaudatoria y la de seguridad, se podrán cumplir con mayor facilidad los planes de la administración actual, complicados ahora por una pandemia que, como reconocen los funcionarios de la 4T, ha servido para hacer un replanteamiento de los objetivos del Estado. Es bueno que por fin se comience a hacer la limpia por los rincones donde tradicionalmente ha sido más difícil remover el cochambre nacional.

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