Hay problemas de adicciones que se están incrementando entre la población mexicana y que, por la emergencia sanitaria, su atención se ha venido descuidando. Este fenómeno ha contribuido a incentivar el negocio que supone el abasto de un mercado que demanda sustancias con las cuales poder evadirse de los problemas suscitados por el confinamiento y la cancelación de actividades sociales, laborales, escolares y familiares.

Incluso se vio que con la pandemia, además de la producción de drogas dirigidas hacia el extranjero, los grupos del narco tuvieron que abastecer también el mercado mexicano por un aumento en la demanda.

Así, más de 63 mil carpetas abiertas relacionadas con el delito de narcomenudeo en procuradurías estatales se tradujeron en un aumento de 8% con respecto al mismo periodo de 2019 y 30% más si se compara con las cifras de 2018.

Si se analiza este delito en relación con el impacto que pudo haberle significado la pandemia de Covid, se desprende que la pugna por territorios se mantuvo y que las operaciones de los distintos cárteles y organizaciones locales continuó sin verse afectada por alguna baja en el consumo de estupefacientes, sino que por el contrario el confinamiento pudo haber incrementado el consumo de sustancias adictivas, tanto legales como las bebidas alcohólicas y el tabaco, como de ilegales (los diversos tipos de drogas).

Y si bien se apuesta a que medidas como la legalización del consumo recreativo de la mariguana y su posesión o cultivo en dosis personales desaliente su comercio clandestino, hay que recordar que en otras adicciones de carácter legal como el alcohol o el tabaco, si bien con su legalización se logró desalentar prácticas nocivas como el contrabando o su venta clandestina, no consiguieron sin embargo inhibir su consumo.

Aunque el gobierno actual ha instaurado una campaña para desalentar el consumo de drogas, el incremento en el consumo de sustancias adictivas es muestra de que no ha sido exitosa, pese a exponer la cantidad de químicos y procesos nocivos que se emplean en su producción, como de testimonios dando fe de que en el mundo de las drogas “no hay final feliz”.

Es claro que hace falta por parte de la autoridad un análisis a fondo de la situación de las adicciones en México y la formulación de propuestas y planes de acción a seguir, teniendo en mente que la pandemia ha cambiado la dinámica de ataque a este problema que, igual que el Covid, también es de salud pública y también causa muertes y desintegración social y familiar.

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