No hay pretexto alguno. Ni fue el arbitraje, ni fue la FIFA. Nadie puede manchar el que Argentina haya ganado su tercera Copa del Mundo, y Lionel Messi haya puesto punto final a la disputa por colocarse a la altura de Pelé y Diego Armando Maradona.

Le costó trabajo al argentino, prácticamente fueron cinco Mundiales, 20 años los que tardó en conseguirlo, y para eso el equipo que lo rodeó debió estar formado de muchos soldados y pocos capitanes. Mucho obrero rodeando a un líder que no se parece en nada al rebelde Diego, que manda desde el silencio y aparecer, ahora sí, en el momento necesario.

Francia: Digno perdedor. El que mejor jugó, fue mucho más que Argentina en el trámite mundialista, y Kylian Mbappé se encumbró como el heredero, que sólo espera el rey actual, que seguramente, no dejará pasar mucho tiempo para confirmarlo.

El Mundial en lo deportivo fue un éxito, creando historias de triunfo, de fracaso y de esperanza. El futbol no dio un paso atrás, se mantuvo en el estilo de ganancia como prioridad en vez de creación. Quien trató de salir de eso, España, pagó con creces su atrevimiento a privilegiar la belleza.

En el aspecto organizativo, no hay queja. Qatar desmitificó en algún sentido, su fama de régimen castrense y retrógrada, lo que choca con el modo de vida occidental, pero como organizador cumplió, y con creces.

Qatar 2022 se construyó sobre la corrupción engendrada por la FIFA antigua; sus estadios están manchados por el abuso a los trabajadores inmigrantes y la FIFA moderna permitió todo eso para que sus arcas sigan llenas de dólares. Pero el abrir este tipo de países al mundo, acerca mucho más a solucionar problemas.

Y la Selección Mexicana, junto con la FMF, deberá curar las heridas ocasionadas por un sistema que parece ha saido rebasado. La urgencia no es rehacerse, sino encontrar nuevos caminos para mostrar otro rostro de cara a 2026. Apuntado en la libreta queda: Argentina es digno campeón; Messi es el mejor del mundo... Qatar fue un éxito. @sepiatata

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