Los datos sobre pobreza reportados recientemente por el Coneval indican que su abatimiento sigue siendo un gran pendiente nacional. Los datos reportados muestran que el porcentaje de población en condición de pobreza se redujo marginalmente en los últimos años; pero, dado el crecimiento poblacional, el número de pobres es ahora mayor. Los datos, sin embargo, no son muy diferentes de los observados desde que se empezó a medir la pobreza. Desde por lo menos 1950, hemos tenido diferentes estilos de gobierno, políticas económicas, programas de combate a la pobreza, programas de emprendedurismo, entre otros y lo cierto es que no han impactado en este terreno.

Los temas de pobreza e inequitativa distribución del ingreso de ningún modo son nuevos en México ni en el mundo. En nuestro país, hay estudios que muestran que la desigualdad económica ha estado presente desde siempre. Tal vez uno de los momentos de mayor igualdad económica se dio antes de la llegada de los españoles, pero en dicho contexto, realmente no había mucho por repartir, por lo que se notaba menos. Después de la conquista, que sentó las bases de lo que es la cultura mestiza que conforma al México actual, nuestra sociedad ha estado marcada por la desigualdad y la pobreza.

Ni la Independencia ni la Revolución lograron acabar con este lastre. Incluso durante los años en que la economía mexicana creció de manera sólida y sostenida, durante el llamado Desarrollo estabilizador, se logró abatir la pobreza. Este periodo nos muestra claramente que el crecimiento económico por sí mismo no es garantía de menor inequidad ni de menor pobreza. Pero indiscutiblemente es una condición para lograr lo último.

El agotamiento del Desarrollo Estabilizador provocó que la política económica diera tumbos durante algunos años. El cambio en el rumbo económico, es decir en lo que muchos llaman “Neoliberalismo”, buscaba crear condiciones para que el país se desarrollara a través de una economía de mercado. La serie de medidas que se tomaron, que entre otras cosas implicó dotar de autonomía al Banco de México, la firma del TLCAN y la venta de empresas paraestatales, nos llevaría, aseguraban sus promotores, al ansiado desarrollo económico.

Los años 80 son considerados como la década perdida por la ausencia de crecimiento económico. Las reformas llevadas a cabo durante esa década, y la siguiente, no sólo no lograron llevarnos al desarrollo, sino que la década se convirtió en cuarentena. Al no tener crecimiento económico, no se crean condiciones para abatir la pobreza. Por eso no sorprende que no se haya reducido y que la mayoría de los jóvenes sólo vea desesperanza en su futuro económico.

El nuevo Gobierno, autodenominado 4T, ha emprendido una serie de medidas de política de combate a la pobreza distintas a la de gobiernos previos. Las críticas no han sido menores. Probablemente la más grande de éstas es que se trate de programas clientelares que busquen capturar el voto en las elecciones de 2021 y 2024. Como sociedad corremos el riesgo de que este riesgo, y temor, efectivamente se materialice. Pero los resultados de esta política no se verán en el corto plazo. Deberán transcurrir por lo menos tres o más años para verificar si se tuvo un impacto de largo plazo tanto en la reducción del número de pobres como en una mejor distribución del ingreso. Lo que es un hecho es que seguir haciendo las cosas igual que antes no iba a traer mejores resultados como lo demuestra lo reportado por el Coneval. Que la política que está siguiendo el actual gobierno sea la correcta, está por verse.

Google News

TEMAS RELACIONADOS