La década de los ochenta estuvo marcada por periodos de inflación de auténtico escándalo. La autonomía del Banco de México y a la política monetaria que han implementado ha permitido reducir dramáticamente este problema, pero no lo ha eliminado, con todo, a partir de dicha autonomía el incremento en el nivel general de precios ha sido moderado en comparación a periodos previos. El contexto internacional actual es de tasas de inflación en ocasiones superiores al 10%, México no está todavía en tal situación. El confinamiento y el conflicto internacional entre Rusia y Ucrania han presionado a los precios internacionales. Ahora que en México se pretende realizar una suerte de convenio entre empresas y sector privado para contener la escalada de los precios, algunas voces se han alzado contra esta medida, acusándola de populista o simplemente diciendo que no funcionan. El pasado reciente muestra que el más neoliberal de los presidentes neoliberales realizó una medida semejante y funcionó.

En los últimos veinticinco años el incremento en el nivel general de precios ha sido relativamente moderado. La crisis de 1995, iniciada con el tristemente célebre “error de diciembre”, trajo consigo un incremento en precios cercano al 8% en un solo mes. Después de eso, la tendencia ha sido a la estabilidad. La danza de los precios a veces da pasos hacia arriba y a veces hacia abajo, pero en definitiva podemos decir que las inflaciones de dos cifras han sido exorcizadas en nuestro país. En enero de 1996 se llegó al máximo de inflación anualizada alcanzando un escandaloso nivel de 51.7%. Las generaciones que nacieron después de la autonomía del Banco Central no han vivido procesos inflacionarios graves.

Las generaciones que nacimos a partir de 1960 y hasta 1990 vivimos inflaciones de auténtico terror: en febrero de 1988 el incremento anualizado de los precios fue de casi 180%, mientras que enero del mismo año la inflación mensual fue de 15.5%. Frente a esto, las tasas de inflación contemporáneas definitivamente no son de escándalo.

En diciembre de 1987 el entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado, convocó a los tres principales sectores de la economía : trabajadores, empresarios y el propio Gobierno Federal para realizar un acuerdo, llamado Pacto de Solidaridad Económica (PSE), en el que los sindicatos se comprometían a no demandar incrementos muy altos de los sueldos; el sector privado se comprometía a no subir los precios de los bienes de consumo final, mientras que el compromiso del sector público era no incrementar los impuestos.

La medida funcionó. Rápidamente la inflación se redujo sentando las bases que darían lugar a la autonomía de l Banco de México , con lo que se consolidaría el combate al incremento desmedido de los precios y el fin de las épocas de inflaciones de doble dígito. El siguiente presidente, Carlos Salinas de Gortari, prologó el pacto, llamándolo Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico ( PECE ), bajo los mismos principios que el PSE. La medida ayudó a combatir la inflación. Sirvió. Los datos de Banco de México así lo muestran.

Los pactos son una medida de política económica de corte heterodoxo, distinta a la que viene en la mayoría de los libros de texto de Macroeconomía. Más allá del debate teórico al respecto, lo que es un hecho es que hay evidencia del pasado reciente que muestra que estas medidas funcionan. Por lo tanto, es razonable conceder el beneficio de la duda a la posibilidad de tener un nuevo acuerdo entre los tres principales agentes de la economía. De hecho, los sindicatos ya actuaron al aceptar incrementos salariales inferiores al 5%, como es el caso de la UNAM y de CFE. Ahora toca a empresarios y Gobierno Federal poner de su parte para evitar que el incremento en precios siga avanzando como potro desbocado.

El problema de la inflación
El problema de la inflación

Fuente: elaboración propia con datos de Banco de México.


Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM y UDLAP Jenkins Graduate School.