Recientemente se hizo pública información sobre el incremento de la población considerada como clase media y la reducción de la que se encuentra en situación de pobreza. Para ciertos científicos sociales parece deporte nacional el menospreciar tales hechos y sugerir que es consecuencia de cualquier cosa excepto la política social seguida a partir de diciembre de 2018. No sólo eso, parecen no darse cuenta de que gran parte del apoyo popular tanto a la administración actual como la anterior se debe en gran medida a que el grueso de la población dejó de pertenecer al grupo de los olvidados y se antepuso como prioridad en la agenda política. Si la oposición quiere tener un papel decoroso tanto en las elecciones intermedias como en la de 2030, vale más se suba a este tren.
La verdadera deuda que el país tenía, y sigue teniendo, aunque en menor medida, es con los grupos más vulnerables y con la población que históricamente ha sido olvidada por los programas sociales. Estamos hablando de generaciones enteras y de millones de mexicanos que no percibían ingresos suficientes para adquirir los bienes de la canasta básica. Se ha documentado lo suficiente, en este mismo espacio lo he hecho yo mismo, que el salario mínimo tuvo su mayor nivel en 1976 y no lo hemos alcanzado. Durante décadas, la política salarial fue de empobrecimiento.
El libre mercado es un dios que falló. La fábula de la oferta y la demanda hizo creer a muchos economistas que un salario mínimo ínfimo no tendría efecto en el mercado laboral liberalizado y que la mayor productividad laboral se vería reflejada en mayores sueldos. La realidad no fue así. Más bien hubo un puñado de empresarios que incrementaron su riqueza a niveles cada vez más escandalosos, mientras que la gran mayoría de la población se mantenía sumida en la pobreza.
El panorama actual no es radicalmente diferente al de hace diez años. En realidad, las cosas apenas empiezan a cambiar. También es muy cierto que se ha mejorado en algunos aspectos, pero sigue habiendo muchos pendientes, incluso en el tema de la pobreza, cuando consideramos, por ejemplo, el tema del acceso a la salud o a una educación de calidad. La seguridad sigue siendo un pendiente que podría dar al traste con lo que se ha avanzado. En todo caso, la mejoría observada se circunscribe al aspecto de una mejor distribución del ingreso y a una marginal reducción de la pobreza.
Es un hecho que se ha incrementado el nivel de ingreso salarial de gran parte de la población. Los datos reportados por el IMSS señalan una recuperación en el ingreso medio de los trabajadores que cotizan en el instituto. Esto se debe al incremento en el salario mínimo, es decir, a la política salarial de la 4T. No tengo la menor duda de que la popularidad de las administraciones pasada y la actual obedece a que los olvidados de siempre dejaron de serlo y que ahora son prioridad en la política económica.
En algún apartado de El Príncipe, Maquiavelo sostiene que el gobernante no tiene mucho que tener si la población lo apoya y está con él. Durante décadas, los gobiernos en turno olvidaron esta premisa básica. Hoy no están en el poder político y sí lo están quienes volvieron la vista hacia la mayoría de los votantes. En tal contexto, las propuestas de política de la oposición tendrían que parecerse más a las del partido en el poder si es que quieren tener un papel decoroso en los procesos electorales venideros.
Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM

