Los datos oficiales sobre el número de contagios del virus Covid 19 en México muestran un claro descenso. Pareciera que, después de cinco meses, por fin nos encontramos en la fase decreciente del número de enfermos. Existe el riesgo de tener una segunda ola de contagios, como ha ocurrido en varios países europeos, pero si esto no ocurre, podemos empezar a pensar qué hacer para que la economía se recupere.

El impacto fue dramático, de proporciones no vistas en casi cien años, tanto por el lado de la producción como del empleo. Ahora que muy probablemente estamos en la antesala de la recuperación, conviene pensar en elementos de política económica que permitan generar crecimiento económico.

Los datos reportados por el INEGI en materia de crecimiento económico muestran que el PIB decreció dramáticamente durante el segundo trimestre del año. Pero también muestran que el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) tuvo un repunte importante durante el mes de junio. De mantenerse la inercia de dicho indicador podemos pensar que la recuperación podría darse en poco tiempo. Sin embargo, sigue habiendo muchos riesgos que podrían hacer que la crisis económica no sólo no se conjure, sino que se vuelva más aguda. Pero a la par hay oportunidades. En resumen, la economía se encuentra al filo de la navaja: entre la recuperación económica y un nuevo abismo.

Cientos, tal vez miles de empresas no abrieron sus puertas cuando el semáforo lo permitió. Aún ahora el flujo de ventas se encuentra restringido, sobre todo en los negocios que implican aglomeración de gente. Por lo tanto, la recuperación económica podría ser más lenta de lo previsto. A lo anterior se suma el riesgo de no pago de los créditos del sector privado, tanto familias como empresas. Una hipótesis sobre la crisis financiera internacional de 2008 sostiene que ésta fue provocada por el impago de deuda del sector privado cuyo crecimiento había sido estrepitoso en los años previos al colapso. La crisis hipotecaria no era sino un caso particular de dichas deudas. El contexto actual también ha afectado al mercado inmobiliario y está por verse si la banca logrará recuperar los créditos otorgados antes del confinamiento. Este podría ser uno de los principales riesgos que enfrenta el mundo entero y que podría hacer más grave la situación económica.

Pero a la par el mundo se ha “tecnologizado”. Más por fuerza que por voluntad hemos tenido que incursionar en el mundo digital. Desde los niños que atienden sus clases a través de celulares, tabletas o computadoras, hasta adultos mayores que se comunican con sus hijos a través de las redes sociales. Muchas empresas han sobrevivido gracias a las plataformas digitales y muchos procesos se han automatizado. Políticas y decisiones que antes tomarían años y hasta décadas se tomaron en cuestión de semanas o días. El fortalecimiento digital genera mayor crecimiento económico, eso es un hecho observado en las economías que ha transitado hacia la tecnología, por otro lado, se encuentran las empresas que no disponen de los recursos para entrar en el comercio electrónico y desaparecen. Esta inmersión en el mundo digital podría ser el factor que ayude a que la recuperación económica sea más rápida de lo que algunos analistas piensan o desean.

Por lo tanto, una primera política de desarrollo económico es fortalecer el desarrollo digital y apoyar a las PyMES para que se incorporen a este proceso. El programa de “internet para todos” fue una promesa de campaña que no se ha materializado aún. Los esfuerzos al respecto deben sumarse: los tres niveles de Gobierno en conjunto con el sector privado. El país entero debe tener acceso a internet. A la par se deben fortalecer o crear programas que permitan que niños y jóvenes que no cuenta con dispositivos que les permitan tener acceso a internet, lo tengan. Los pequeños negocios pueden aprovechar la ocasión para entrar de lleno en el mundo de la mercadotecnia digital. La inercia de los negocios ya se movía hacia ello, ahora se trata de que todos los negocios se suban al tren tecnológico. Las empresas pequeñas podrían ser capacitadas por universidades y tecnológicos o bien a través de programas de cualquiera de los tres niveles de Gobierno. Es tiempo de que las empresas pequeñas crezcan y sean más productivas, la capacitación podría ayudarles a conseguir dicho objetivo.

En el proceso de recuperación económica no sólo se trata de transferir recursos por hacerlo. Se debe asegurar que la productividad se incrementará. Reorientar la inversión tanto del Gobierno como del sector privado y familias hacia la digitalización podría acelerar la recuperación. Por el bien del país vale más que así ocurra.

 Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón, UNAM.

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