La República de El Salvador en la América Central decidió utilizar el Bitcoin como moneda de curso legal. Al hacerlo está sacrificando, así sea parcialmente, su soberanía monetaria y con ello uno de los instrumentos de política económica con que cuentan los países: la política monetaria. No es el primer país que abdica dicha herramienta, de hecho, en algunos casos fue requisito para pertenecer a ciertos “clubes internacionales”, así ocurrió con la mayoría de los países que decidieron integrar la Unión Europea que debieron renunciar a su moneda local para, en su lugar, utilizar el hoy poderoso Euro. Otros países, como Panamá o Argentina han renunciado a la política monetaria en aras de tener estabilidad económica. Al hacerlo se han automutilado. El Salvador se encuentra en dicho camino. Hay lecciones en el mundo que conviene conocer para cometer errores diferentes a los que se hacen en otros lugares.

Durante la crisis económica en México provocada por el tristemente célebre “error de diciembre” nuestro peso se devaluó y el fantasma de la inflación volvió a entrar en escena. Ante esto hubo algunas voces que proponían tomar medidas dramáticas para evitar que el peso entrara en una espiral devaluatoria que viniera acompañada de inflación galopante. Una de ellas fue promovida por un empresario mexicano, consistía en volver a utilizar monedas de plata como circulante. Otra propuesta era la “dolarización” de la economía, es decir, dejar de utilizar el peso emitido por el Banco de México y, en su lugar, utilizar únicamente los dólares que ingresaran al país. La intención era acabar de una vez por todas con las devaluaciones y abatir la inflación. No se hizo así. El Banco Central de nuestro país hizo su trabajo y, a pesar de algunos eventuales descalabros y después de algunos años, llegamos a un contexto de relativa estabilidad de precios y de estabilidad cambiaria en un contexto de tipo de cambio flotante.

Los países de la Unión Europea que cedieron su soberanía monetaria dejaron de tener control sobre la oferta monetaria de sus países y con ello renunciaron a la posibilidad de tener a la política monetaria dentro de su kit de herramientas de política económica. En México, en su momento, se decía que, dentro de las bondades de la unión monetaria, siendo al “dolarización” una posibilidad, buscaba tener estabilidad de precios y cambiaria, así como reducidas tasas de interés. En Europa primero se debían cumplir dichos requisitos para poder integrarse a la Unión Europea, es decir, el sentido de la causalidad estaba al revés: unión monetaria para lograr estabilidad de precios y financiera versus estabilidad de precios y financiera para ser acepados en la unión monetaria.

A casi treinta años de dicho debate la discusión revive pero en un nuevo contexto y con nuevos actores. Algunos países siguen buscando la senda del crecimiento, de la estabilidad de precios, financiera y cambiaria. El Salvador, en su intento por llegar al Dorado de la economía, está apostando al uso de una criptomoneda que no tiene soporte de ninguna institución formal como algún Gobierno o Banco Central. No solo eso, es un instrumento altamente volátil que hoy sube de precio y mañana se deprecia. Es buena herramienta para especuladores a los que les gusta subirse a la montaña rusa, pero no para servir como dinero oficial en un país.

Las criptomonedas tienen un enorme defecto: para “circular” necesitan utilizar mucha energía. Es por esta razón que un empresario internacional las desestimó y con ello provocó que el Bitcoin se depreciará de un día para otro. Dada la contingencia climática internacional que estamos viviendo, y que llegó para quedarse, los esfuerzos deben destinarse a medidas económicas que sean amistosas con el medio ambiente, el uso de las criptomonedas no lo es. Agregando el tema de su alta volatilidad, la conclusión es que sirvió como instrumento que permitió dar un paso hacia la era del dinero virtual. Esa es la grandeza del Bitcoin: haber servido como puente entre el dinero físico y el virtual, pero está destinado a desaparecer en la medida que los bancos centrales del mundo migren del dinero físico al virtual. Por lo tanto, es un error de parte de las autoridades monetarias de El Salvador el abrir la puerta al uso de esta moneda virtual como de uso corriente. Los riesgos son enormes y las ventajas pobres. Aunque en nuestro país no tenemos en este momento de nuestra historia esta discusión, es importante conocer lo que ocurre en el resto del mundo para no replicar sus fallas, suficiente tenemos con las nuestras.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM, UAEMex y UDLAP Jenkins Graduate School.

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