Hace diecinueve años Estados Unidos fue sacudido por uno de sus principales riesgos: un ataque terrorista a la Ciudad de Nueva York. Otro gran riesgo que ya aconteció fue la llegada de un huracán al Estado de Florida y existe uno más que no se ha materializado recientemente pero que tienen en la lista de los principales riesgos: en terremoto en la Ciudad de San Francisco motivado por la falla de San Andrés. El ataque del 11 de septiembre cambió al mundo para siempre, esto se hace evidente con las medidas de seguridad que se toman ahora en los aeropuertos y que eran más laxas antes de los ataques.

Otro gran riesgo estudiado por Gobierno e investigadores de dicho país era el surgimiento de una cepa del virus de la influenza que llevara a la tumba a miles de ciudadanos norteamericanos. También ya ocurrió, antes de poder desarrollar la vacuna universal contra la influenza. El coronavirus que ha postrado al mundo entero, de haber emergido unos años después de cuando lo hizo, posiblemente habría llegado a un mundo donde ya había vacuna.

En México hemos tenido eventos que podrían considerarse como catastróficos: los sismos de septiembre de 1985 y 2017, las explosiones de San Juanico en 1984 y el desbordamiento de ríos a causa de los huracanes. En 1994 tuvimos varios eventos que algunos no esperaban y que marcó para siempre a nuestro país: el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, el asesinato del Candidato del PRI a la presidencia de la República: Luis Donaldo Colosio, el asesinato del entonces Secretario General del PRI Francisco Ruiz Massieu y el inicio de una de las crisis económicas más severas que hemos vivido, sin embargo, superadas por la de 2008 y por la actual.

A pesar de las dimensiones de los eventos catastróficos señalados antes, como humanidad nos enfrentamos a uno mayor, a la “madre de todas las catástrofes”: el calentamiento global. Si hace algunos años varias hipótesis sobre las causas de este fenómeno rivalizaban con la de las actividades antropogénicas, hoy muy pocos disputarían que son las actividades humanas las causantes de este problema global.

En nuestra vida ordinaria estamos expuestos permanente al riesgo. No sólo son los riesgos globales señalados previamente. También están presentes riesgos menores que, sin embargo, pueden determinar para siempre el curso de nuestras vidas.

Ante tal situación lo más pertinente es asumir que la vida está llena de contingencias y aprender a vivir con ellas. Una forma de hacerlo es a través de las pólizas de seguro. Sin embargo, las compañías aseguradoras tienen tan mala reputación que poca gente contrata sus servicios ya sea por desconfianza, desconocimiento, o porque sus ingresos a penas son suficientes como para pensar en un gasto de esa naturaleza. Para algunos es evidente que los seguros son necesarios, pero las empresas de este sector de la economía tienen mucho trabajo por delante en materia de atención al cliente y pago de los seguros cuando los siniestros se presentan.

Lo paradójico de los instrumentos que sirven para reducir los riesgos es que, eventualemnte, pueden ser un factor que lo incremente. Tal fue el caso de la crisis financiera internacional de 2008, cuando previamente se crearon instrumentos financieros como opciones, productos estructurados, swaps, etc. que pretendían reducir el riesgo financiero global y a la postre no sólo no evitaron el colapso, sino que, para muchos fomentaron la crisis financiera al disfrazar los riesgos financieros reales de la economía.

Independientemente del desarrollo que los seguros deben tener y del trabajo en términos de calidad, servicio y atención al cliente que las compañías deben proveer, por ahora es probablemente la mejor herramienta que tenemos para protegernos de los siniestros naturales o sociales en los que vivimos inmersos todos los días. Por ello vale la pena como consumidores pelear por un buen servicio de las empresas del ramo y hacer votos porque éstas, mejoren tanto sus productos como el servicio prestado. A la postre, un buen sector asegurador puede ayudarnos a tener un mejor mundo, pero hay mucho trabajo por delante.

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