Tras la publicación del IPC (Índice de Precios al Consumidor) de Estados Unidos el pasado 14 de noviembre, los mercados internacionales respondieron de manera positiva ante la absorción de riesgo inherente a toda inversión. Después de dos meses con una tasa de 3.7%, en octubre se alcanzó el tan anhelado 3.2%, un resultado que los analistas consideran alentador y que podría reflejar un retroceso inflacionario en nuestro vecino del norte.

El problema persiste con la inflación subyacente, que excluye ciertos elementos volátiles que pueden distorsionar temporalmente la medición general de la inflación. Este indicador se considera más preciso en cuanto a la realidad inflacionaria de los países. En el caso de Estados Unidos, se situó en 4%, una cifra inferior a las expectativas de la Reserva Federal (FED), que había previsto 4.1%.

En el caso de México la inflación en octubre incrementó 0.38% con respecto al mes anterior, posicionando la tasa anual de inflación general en un 4.26%. Con respecto a la inflación subyacente se registró un incremento de 0.39 % en comparación con el mes anterior, situándose la tasa anual en 5.50%.

Estos datos son sumamente interesantes por la dependencia que existe entre las economías de ambas naciones y la interdependencia en las inversiones. México y Estados Unidos han forjado una sólida relación comercial a lo largo de los años, cimentada en tratados como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que posteriormente evolucionó hacia el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Esta integración ha resultado en un flujo constante de bienes, servicios e inversiones entre ambas naciones.

Cuando la economía estadounidense se desacelera, México enfrenta desafíos significativos. Las exportaciones mexicanas a Estados Unidos representan una parte sustancial de su actividad económica, y una baja demanda estadounidense impacta directamente en la producción y el empleo en México. Sectores como la manufactura y la automotriz, vitales para la economía mexicana, son particularmente sensibles a las fluctuaciones en la demanda estadounidense.

Otro factor crítico es la inflación en Estados Unidos. Si la inflación se dispara, México enfrenta la presión de precios al alza en sus importaciones, lo que puede afectar la capacidad adquisitiva de los consumidores y la estabilidad económica interna. Además, la inversión extranjera directa en México, en gran medida proveniente de Estados Unidos, podría experimentar una disminución si la incertidumbre económica afecta las decisiones de inversión.

El que ambas economías están presentando signo de estabilidad y se estén comportando hasta cierto punto de la misma manera, es un buen indicador para cerrar el año.

Ahora bien, el problema que se puede presentar es que, si bien es cierto que la inflación se ha desacelerado y parece que entramos en la estabilidad económica, también lo es que podemos estar viendo el tope de reducción. A partir de aquí la inflación no bajará tan abruptamente y se comportará con una tendencia lateral.  Para poder explicar de mejor manera el fenómeno, es necesario recordar que:  La "tendencia lateral" en el contexto de la inflación se refiere a una situación en la que los niveles de precios muestran pocos cambios significativos a lo largo del tiempo. En otras palabras, la inflación se mantiene relativamente estable sin experimentar un aumento o una disminución pronunciados durante un periodo prolongado y puede provocar estancamiento económico, ya que la inflación lateral puede indicar una falta de dinamismo en la economía. Si los precios no aumentan lo suficiente, puede haber una falta de incentivos para la inversión y el gasto, lo que podría llevar al estancamiento económico.

Dificultades para la Política Monetaria: Los bancos centrales utilizan la política monetaria para gestionar la inflación y mantener la estabilidad económica. Si la inflación permanece lateral durante un período prolongado, puede limitar las opciones de política monetaria del banco central, ya que puede haber menos margen para ajustar las tasas de interés y otras herramientas para estimular o frenar la economía.

La interdependencia económica entre México y Estados Unidos es innegable, y las repercusiones de los cambios económicos en Estados Unidos se sienten en todo México. La capacidad de adaptación, la diversificación y la búsqueda de oportunidades en medio de los desafíos son cruciales para garantizar la estabilidad económica en el contexto de esta profunda conexión económica bilateral. En un mundo cada vez más interconectado, comprender y gestionar esta interdependencia se vuelve esencial para el desarrollo económico sostenible en México.

Académico de la Universidad del Valle de México, Campus Zapopan

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