En los últimos meses las Fuerzas Armadas han sido blanco de duros cuestionamientos sobre su actuación en el combate a la DO y en particular al narcotráfico. Sirva este artículo para demostrar que la labor de estas instituciones ha sido destacada internacionalmente.

El pasado 4 de julio, el Ejército Mexicano aseguró 542.72 kilogramos de Fentanilo, considerado el más grande en la historia mundial, y detuvo en Sonora a Francisco T “el Duranguillo” lugarteniente de los Chapitos. El 13 de julio, el Ejército Mexicano se adjudicó otro histórico aseguramiento de 1,475 kilos de metanfetamina y la localización de tres macro laboratorios en Sinaloa que se suman a los más de 780 laboratorios desmantelados este sexenio.

Por su parte, la Armada de México, el 15 de julio, logró la detención del narcotraficante Rafael Caro Quintero, prófugo de la justicia desde el 2013 y responsable de la violencia en el estado de Sonora al encabezar el cártel de Caborca vinculado entre otras drogas al fentanilo.

Este tipo de operativos no son aislados, los han venido realizando con éxito nuestras Fuerzas Armadas por muchos años. Ahora deben ser permanentes y dirigidos por una gran investigación criminal y financiera que concluya con el enjuiciamiento y encarcelamiento de todos los responsables y la desarticulación definitiva del grupo criminal.

El Gobierno Norteamericano ha manifestado su interés desde hace 37 años por obtener la extradición del narcotraficante reaprehendido para juzgarlo por el homicidio y tortura de uno de sus agentes, incluso el Fiscal General Garland manifestó: “…no hay escondite para quien asesine a las fuerzas de EU…”.

Es momento de preguntarnos cuántos militares, marinos y policías han muerto torturados y masacrados por narcotraficantes, mientras cumplian con su deber. México debe reconocer a sus héroes caídos, de perseguir hasta el final a sus victimarios, enjuiciarlos y castigarlos conforme a la ley, realizando investigaciones criminales que no se soporten, únicamente en testigos protegidos.

Nuestros militares siempre han actuado apegados a Derecho, en cumplimiento de órdenes, solo respondiendo a los ataques y su interés es proteger a la ciudadanía; la violencia homicida se ha generado por el enfrentamiento entre los grupos criminales y nuestras Fuerzas Armadas solo han intentado hacer prevalecer el orden y respeto a la Ley.

Es cierto que ha habido algunos policías y militares que han traicionado a su institución como en todas partes, pero estamos seguros de que son muchos más los héroes que han dado su vida por cuidar a la sociedad y hacer prevalecer la ley.

La sociedad mexicana y el gobierno en todos sus niveles deben reconocer a nuestras Fuerzas Armadas como el instrumento más eficaz para garantizar la seguridad nacional y hacer prevalecer el Estado de Derecho, como el último bastión de defensa de nuestra comunidad. Operativos como los antes mencionados nos demuestran la capacidad de esas instituciones y de qué están hechos los hombres y mujeres que las conforman.

Debemos confiar en nuestras instituciones y apoyar acciones militares como las aquí reconocidas, las cuales de continuarse seguramente pronto traerán la anhelada paz a nuestro País.

Mi solidaridad con el Ejército y Marina Armada de México y con las familias de los soldados y marinos, héroes caídos recientemente en esta lucha.

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