Habrá perfecta independencia entre los negocios del

Estado y negocios puramente eclesiásticos.

El Nuncio Apostólico Franco Coppola, acudió a la comunidad de Aguililla en Michoacán a invitación del Obispo Cristóbal Ascencio. El motivo, la violencia generada por la lucha entre cárteles. Declaró que algunos territorios del país se convirtieron en “zonas de guerra” que disputan los cárteles de la droga, que la Iglesia católica está obligada a levantar “hospitales de campaña” para atender a las víctimas y la conveniencia de sostener diálogo con los grupos criminales.

Benito Juárez

Independientemente de la actualización de posibles infracciones a la Constitución en que pudo haber incurrido el diplomático del Vaticano, las preguntas que nacen de dichas declaraciones son: un diálogo con delincuentes, ¿para hablar sobre qué? y ¿quién se va a sentar con esos capos?

Es evidente que el diálogo tiene como premisa la construcción de consensos, generalmente en igualdad de condiciones; sin embargo, la aplicación de la ley no se negocia, existe el deber ineludible de su cumplimiento. Esa es la premisa sobre la cual las autoridades ejercen su acción punitiva.

Los mexicanos no pretendemos que se logre una absolución o una amnistía, no es un tema de moralidad o de legitimidad, lo que se busca es justicia y la paz. Ante una situación parecida en Colombia, con motivo del acuerdo firmado con las FARC, el pueblo a pesar de 50 años de lucha y del origen quizá legítimo del conflicto en el que murieron más de 200 mil personas, votaron por el respeto a la ley. Los derechos de las víctimas y la garantía de no repetición, se impusieron al perdón.

No imaginamos quién pueda dialogar con los grandes capos mexicanos, sin convertirse en cómplice de muchos delitos. El gobierno no lo puede hacer, su mandato es el cumplir y hacer cumplir la ley. La iglesia tampoco lo debe hacer, muestra de ello, son las declaraciones del Obispo de Aguascalientes en relación con las limosnas que llegan del narcotráfico y se purifican o los escándalos con motivo de los manejos financieros del banco Vaticano. El Papa Francisco señaló, en un mensaje dirigido a los prelados mexicanos, “no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa. No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar, pido a los obispos alzar la voz y llamar a los criminales por su nombre y denunciarlos”.

El narcotráfico ha penetrado en las esferas políticas, económicas, sociales y religiosas, como mafia es una de sus características. Los narcos no tienen preferencias partidistas, gubernamentales, ni religiosas, son pragmáticos, por eso, corrompen, degradan y aniquilan a la sociedad sin ningún reparo o arrepentimiento. El único camino, es aplicar la ley, con transparencia, combate a la corrupción, lucha contra la impunidad y el fortalecimiento de las instituciones. No cabe la negociación con delincuentes.

Coincidimos con los representantes de la Iglesia Católica, existen problemas, mal haríamos en no reconocerlos, pero cada quién debe asumir el papel que le corresponde en la sociedad. Al Estado combatir la delincuencia, a la Iglesia fortalecer la fe y el espíritu. No olvidemos las palabras de Jesús al dilema de los fariseos “Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

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