En tiempos de emergencia nacional como los que vivimos a nivel global por el Covid-19, la función central de los gobiernos es ofrecer certeza, directrices claras, información confiable y predicar con el ejemplo. En una palabra: liderazgo. Tristemente, el gobierno de México ha sobresalido en medio de la emergencia por su irresponsabilidad al permitir la realización de eventos masivos y tratar de minimizar el problema en lugar de tomar las medidas necesarias para contenerlo de manera oportuna. La falta de liderazgo del gobierno federal ha dejado un vacío que han tenido que cubrir las empresas, la sociedad y los gobiernos estatales. En materia educativa, afortunadamente reaccionaron medianamente a tiempo.

La primera decisión que han tenido que tomar los gobiernos alrededor del mundo es la de ordenar el cierre de las escuelas para evitar la propagación de la enfermedad entre alumnos, maestros y personal administrativo. En una crisis de salud pública como la que estamos viviendo la prioridad debe ser, evidentemente, preservar la salud de los ciudadanos. Es inaceptable ceder a cálculos cientificistas sobre el número de alumnos que pueden sacrificarse a la enfermedad antes de tomar la decisión de suspender las clases para disminuir costos, como lo sugirió el Subsecretario López-Gatell en alguna de sus apariciones en las mañaneras.

La SEP federal anunció la suspensión de clases el sábado 14 de marzo, siendo que otras instituciones como el Tecnológico de Monterrey habían tomado esta decisión un par de días antes, e inexplicablemente la postergó una semana más a partir de la fecha del anuncio, para iniciar hasta el viernes 20 de marzo. Varios gobiernos estatales tuvieron que tomar la delantera y anunciar la suspensión de actividades a partir del martes 18 y, donde esto no ocurrió, fueron las familias las que tuvieron que tomar la decisión de no mandar a sus hijos a la escuela.

La segunda prioridad para las autoridades educativas, en las que deben estar concentrados todos los esfuerzos, debe ser encontrar los mecanismos para reducir el impacto de la suspensión de actividades sobre el proceso de aprendizaje de los alumnos. Aquí, de nuevo, la SEP adoptó un enfoque equivocado, al anunciar la decisión como un “adelanto de las vacaciones de Semana Santa”. Esto es una barbaridad. No sabemos cuánto vaya a durar la epidemia y, en lugar de esperar a que nos salve la Semana Santa, es necesario empezar a implementar lineamientos para que los niños continúen su proceso de aprendizaje desde casa. La SEP terminó rectificando y en comunicaciones recientes ha precisado que “el receso escolar no significa, en modo alguno, un periodo vacacional ampliado”, y el viernes 20 de marzo anunció que los canales de comunicación del gobierno dedicarán su programación a transmitir contenidos educativos; sin embargo, a la fecha no se ha hecho llegar a las familias guías o lineamientos para continuar con la educación de sus hijos desde sus hogares. De nuevo, tarde y mal.

Por fortuna, México es mucho más que su gobierno y la sociedad no ha tardado tanto como el gobierno para movilizar sus anticuerpos y combatir frontalmente la emergencia. Esto incluye, desde luego, procurar la continuidad de los esfuerzos educativos en todos los niveles. También por fortuna, en la era de la hiperconectividad contamos con más recursos que nunca para el aprendizaje en línea y muchas empresas y organizaciones han optado por ofrecer sus contenidos educativos virtuales de manera gratuita. Después de tomar las medidas necesarias para preservar nuestra salud, la mejor manera de aprovechar los tiempos de cuarentena es apostar por la educación.

Diputada Federal
@cynthialopezc1

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