Por Tania Mijares

¡Qué ganas de ser Erin Brokovich! Quizás la referencia suene noventera, pero es precisamente ese espíritu combativo el que necesitamos tras conocerse la noticia sobre el agua contaminada en 13 colonias de la Alcaldía Benito Juárez. La respuesta lenta y apática de las autoridades de la Ciudad de México hacia los afectados es inaceptable. Imagínese la ironía de servir vasos de agua turbia, con olor a hidrocarburos, a los mismos funcionarios del gobierno y de Sacmex que desestimaron las quejas de los vecinos, tildándolos de mentirosos o revoltosos. Tomó 12 días, sí, doce interminables días, para que las autoridades cerraran el pozo contaminado, iniciaran análisis y esbozaran una solución preliminar.

Mientras tanto, el caos reinaba. Y no es para menos: tratándose de agua, un recurso vital, la paciencia de la gente tiene límites. Los vecinos, impulsados por la desesperación, tomaron las calles y bloquearon la Avenida Insurgentes Sur, una de las principales arterias viales de la ciudad. Su acción, un grito por la supervivencia, obligó finalmente a las autoridades a actuar.

Aunque el gobierno promete ahora sanear y lavar cisternas, y volver a analizar el pozo en 15 días, la tecnología actual permite soluciones en apenas tres. Persisten dudas sobre la causa de la contaminación: ¿fue una fuga del ducto de Pemex ubicado a 500 metros del pozo de Alfonso XIII o resultado de actividades de huachicoleo? Se abren las apuestas.

El problema radica en que la mayoría de los gobiernos, sin importar su partido, invierten mínimamente en el sistema de agua. Recordemos que el abastecimiento, la administración y la ordenación del agua son pilares esenciales para una gestión adecuada. Sin embargo, estos tres temas vieron su presupuesto aprobado reducirse de 50,765.3 millones de pesos en 2012 a 25,859.6 millones en 2022, reflejando una Tasa Media de Crecimiento Anual de -6.5% en términos reales. Además, el gasto ejercido disminuyó en promedio un -8.3% anual entre 2012 y 2021.

Esta falta de inversión en infraestructuras no visibles, aunque menos "taquilleras", acarrea un alto costo ambiental, económico, político y social cuando las cosas salen mal. La ausencia de acceso a agua limpia viola además el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6, que busca garantizar el acceso universal y equitativo al agua potable y servicios de saneamiento adecuados.

Ante la crisis hídrica que enfrentamos, con el 26 de junio marcado como el día cero para la Ciudad de México, es urgente que el gobierno deje de lado su hipersensibilidad y evite politizar una situación que necesita soluciones rápidas y efectivas mediante el uso de la tecnología y el soporte de instituciones competentes. Es tiempo de actuar, y los ciudadanos, como aquel valiente grupo de vecinos de Benito Juárez, han demostrado estar dispuestos a luchar por su derecho al agua limpia.

La pregunta ahora es, ¿las autoridades estarán a la altura de su responsabilidad?


Abogada ambiental y fundadora de Agencia Celsius

Google News

TEMAS RELACIONADOS