La cumbre climática no es solo un evento político; es un momento decisivo en nuestra historia colectiva, un punto de inflexión en nuestra relación con el planeta. No hay tiempo que perder.

Por Iván Carrillo*

La Conferencia de las Partes (COP28), que se inaugurará este jueves, arranca bajo la sombra de un escándalo de proporciones internacionales. Revelaciones recientes del "Centre for Climate Reporting" (CCR) han expuesto los conflictos de interés de Sultan Al Jaber, presidente de la COP28 y líder de la compañía petrolera nacional de los Emiratos Árabes Unidos (Adnoc). Según los documentos, Al Jaber habría utilizado su doble posición para favorecer el sector de los combustibles fósiles en reuniones previas a la cumbre.

Las implicaciones de estos hallazgos son profundas, especialmente cuando se considera el contexto actual: el Informe sobre la brecha de emisiones 2023 del PNUMA advierte que estamos en ruta hacia un calentamiento global de 3 grados, muy por encima del objetivo del Acuerdo de París. En este escenario, la COP28 no solo debe abordar las urgentes necesidades climáticas globales, sino también lidiar con cuestiones de integridad y transparencia.

Para América Latina, y en particular para México, las cuestiones son igualmente cruciales. El país ha sido señalado por su retroceso en compromisos climáticos y por políticas que favorecen los combustibles fósiles. Sin embargo, recientemente, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció una inversión extranjera significativa en energías limpias, con un proyecto de 10 mil millones de dólares para producir hidrógeno verde en el Istmo de Tehuantepec. De llevarse a cabo, el proyecto podría ser un punto de inflexión para México, alineándolo con los objetivos climáticos globales.

Además, en la COP28, se espera que México y otras naciones del sur global aboguen por la operacionalización del Fondo de Pérdidas y Daños, crucial para enfrentar desastres climáticos como el huracán Otis que azotó Acapulco.

La COP28 ofrece una oportunidad para reorientar los esfuerzos globales hacia un futuro más sostenible. Sin embargo, el camino está plagado de desafíos, no solo ambientales sino también éticos y políticos. Como ciudadanos es nuestro deber estar informados y participar activamente en este proceso. La COP28 no es solo un evento político; es un momento decisivo en nuestra historia colectiva, un punto de inflexión en nuestra relación con el planeta. No hay tiempo que perder.

*Periodista ambiental y conductor de "1.5 grados para salvar el planeta"

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