Ing. Juan Carlos Delgado Trejo

Miembro de Comité Técnico de Resiliencia de la Infraestructura del CICM

En los círculos japoneses financieros escuché una frase que me motivó a esta investigación en la que he estado más de 30 años de mi vida profesional: “cuando el dinero es escaso, es cuando más debemos cuidar las inversiones y su permanencia”.

Entendí desde mis tiempos de estudio en la Escuela de Ingeniería que la construcción debería ser económica para ser factible y que construir contra terremotos era muy caro. Sin embargo, al pasar los años y adentrarme en las finanzas corporativas, encontré otra serie de elementos de valuación de la economía que me hicieron cuestionar esta filosofía de diseño.

En las últimas décadas, la parte financiera e inmobiliaria ha ido tomando consciencia del impacto de los costos de los desastres, del impacto en el ciclo de vida de la estructura y la interrupción de negocios que ocasionan en la ciudad y su resiliencia ante desastres.

También está la iniciativa de Smart Cities (Ciudades Inteligentes), que habla de las ciudades que usan de manera eficiente la información que sus ciudadanos y sus dispositivos electrónicos proporcionan sobre el funcionamiento de la Ciudad misma. Esto les permite tomar mejores decisiones sobre el diseño, crecimiento y gobierno de la Ciudad. Este tema ha crecido con la aparición del Internet de las Cosa (IoT), y toda la información que se genera de estos dispositivos. El uso del Data Lake (que es la nube de información electrónica que está en las ciudades) y, mediante inteligencia artificial (IA) de extracción de información, permite que los gobiernos y la iniciativa privada puedan tomar decisiones del diseño y urbanismo de las ciudades (transporte, movilidad, crecimiento, cultura y otros).

Este reto que están tomando las asociaciones internacionales de alcaldes de las ciudades del mundo está impulsando el desarrollo de los IoT (Internet de las cosas), con sensores presentes en smartphones y demás aparatos que tenemos en las ciudades, que levantan y envían información al Data Lake junto con los sistemas de cámaras de vigilancia, los sistemas de movilidad y otros sistemas especializados. Conectados al Data Lake, estos podrán compartirse con otras áreas donde los científicos de datos, que están estudiando en las universidades, comenzarán a extraer información y generar reportes que permitan tomar mejores decisiones. El organismo mundial que agrupa a más de 215 ciudades miembros de 163 gobiernos locales, 35 empresas y 16 instituciones es la Organización Mundial de Ciudades Inteligentes y Sostenibles (Global Cities Hub, )

El impacto final de toda esta información y toma de decisiones nos llevará a confirmar que los costos de la resiliencia deben ser optimizados con sistemas de disipación de energía que permitan que las estructuras, edificaciones e infraestructuras enfrenten los terremotos no solo sin daño estructural, sino también protegiendo la vida humana y los contenidos, garantizando la continuidad de la operación. La nueva era de las Ciudades Inteligentes (Smart Cities) también nos pondrá en la posición de tener más información del desempeño de nuestras estructuras y sus contenidos en los terremotos. Esta información nos permitirá calcular el verdadero impacto financiero de nuestros sistemas estructurales y abrirá nuevos horizontes para confirmar la frase de los japoneses “siempre es mejor cuidar el dinero del futuro, porque es la inversión más cara”. Es más económico invertir en sistemas de protección sísmica al momento del diseño y la construcción, con el fin de proteger a los contenidos de las estructuras y que el desempeño sea mejor en los eventos naturales como terremotos o huracanes. De este modo se invertirán menos recursos para la recuperación del desastre, tanto en reposición de contenidos, reparación de estructura o interrupción del negocio.

Esto último, se alinea con el propósito fundamental de la UNDRR (Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres,  ) que es el organismo de Naciones Unidas dedicado a la coordinación de la reducción del riesgo de desastres.

Asimismo, la ONU alinea cambios en los siguientes años en los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de la ONU, e impulsa iniciativas como la de FEMA (Agencia Federal de Manejo de Emergencias), que ya publicó una propuesta de evaluación financiera del impacto de los desastres naturales en la edificación y la infraestructura.

Consideremos el impacto que tendrá la visión financiera de los casos de negocios, donde un proyecto que utilice estas nuevas tecnologías y se alinee con la iniciativa de Ciudades Inteligentes, optimizando la información y su utilización, en la reducción de costos de recuperación de un desastre y, por lo tanto, una mayor resiliencia. Tendrá acceso a tasas de interés más bajas en su capital de inversión, motivado por la reducción del costo de la incertidumbre de la capacidad de resiliencia del proyecto ante un desastre natural. Este impacto en los casos de negocios de las inversiones inmobiliarias será el motor impulsor de las nuevas tecnologías, así como en su momento lo fue la sustentabilidad con el tema de las certificaciones LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), que reconocen prácticas de construcción sostenible y otras mediciones de impacto medioambiental que hoy en día se aceptan comúnmente.

Estamos al borde de cambios fundamentales en el desarrollo de la infraestructura y edificación de nuestras comunidades, donde los ingenieros, arquitectos y urbanistas, entre otras especialidades, tendremos la obligación de capacitarnos y alinearnos con la iniciativa de Ciudades Inteligentes (Smart Cities), que medirá y proyectará la capacidad de resiliencia de nuestras infraestructura y edificación en el ciclo de vida de las mismas, hacia un futuro de menor impacto de desastres naturales, con beneficios financieros medibles en la calidad, la funcionalidad y protección de no solo la vida humana, sino también de los contenidos y actividades de la sociedad moderna, beneficiando a las comunidades y su desarrollo.

Un horizonte prometedor y muy retador hacia la educación multidisciplinaria de nuevas tecnologías, y nuevas carreras profesionales alineadas a estos escenarios futuros. La decisión que nos corresponde tomar es la velocidad con la que nos integraremos a esta nueva ola de desarrollo en las Ciudades Inteligentes (Smart Cities) que se convertirán en las Regiones Inteligentes (Smart Regions), elevando el nivel de vida de las comunidades y reduciendo las incertidumbres del desarrollo.

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