M.I. Luis Enrique Maumejean Navarrete
Coordinador del Comité de Tecnología
Colegio de Ingenieros Civiles de México
En la ingeniería civil la responsabilidad social no es un concepto accesorio. Es el eje que da sentido a nuestra profesión. Cada decisión técnica que tomamos, cada plano que firmamos, cada obra que supervisamos tiene consecuencias directas en la vida de las personas, en el entorno y en el futuro de nuestras ciudades y recursos naturales. Como ingenieros civiles, no somos neutrales. Decidir es asumir responsabilidad. Callar, también lo es.
Desde el Colegio de Ingenieros Civiles de México sostenemos que la responsabilidad social debe ejercerse de forma natural y continua, no como un discurso, sino como una práctica cotidiana. Se manifiesta cuando un ingeniero decide reforzar un diseño más allá del mínimo normativo, cuando se niega a validar una solución insegura, cuando documenta con rigor un proceso o cuando antepone el interés público a la presión económica o política.
Uno de los pilares de esta responsabilidad es la innovación responsable. Innovar no significa adoptar tecnología por moda, sino utilizar el conocimiento y las herramientas disponibles para resolver mejor los problemas reales de la sociedad. Hoy, la ingeniería civil ya no se limita a materiales y cálculos estructurales. Interactúa con sistemas complejos, datos en tiempo real y tecnologías digitales que amplían nuestra capacidad de análisis y de prevención.
Sensores instalados en estructuras, equipos o procesos permiten conocer el comportamiento real de una obra. Estos datos, cuando se registran de forma trazable y confiable, mediante plataformas como el Blockchain, fortalecen la toma de decisiones técnicas. La inteligencia artificial, alimentada por información íntegra, puede anticipar fallas, optimizar mantenimientos o alertar riesgos antes de que se conviertan en tragedias. Los registros digitales inalterables permiten dar seguimiento a pruebas, inspecciones y avances, reduciendo disputas y fortaleciendo la confianza entre las partes.
La responsabilidad social también nos obliga a colocar la sostenibilidad ambiental como prioridad. La ingeniería civil tiene un impacto directo sobre los recursos naturales, y con ello la obligación de conservarlos y utilizarlos con inteligencia. Entre cientos de soluciones técnicas existentes, por ejemplo, se dispone de las que permiten reutilizar residuos de demolición, incorporar materiales reciclados como llantas en pavimentos o concretos, y reducir la huella ambiental de los proyectos. No hacerlo, cuando es técnicamente viable, también es una decisión con consecuencias sociales.
Otro componente esencial es la planeación con visión de largo plazo. La infraestructura no se construye para el corto plazo, sino para servir durante décadas. Planear con responsabilidad implica definir con claridad los objetivos de las inversiones, entender las limitaciones del entorno y asignar recursos, muchas veces escasos, con criterio técnico. Herramientas como los modelos digitales, los gemelos de infraestructura y las metodologías avanzadas de gestión permiten evaluar escenarios, detectar errores antes de construir y evitar decisiones costosas e irreversibles. la visión a largo plazo; también implica la obligación de que los proyectos operen adecuadamente a lo largo de su vida útil, esto implica la obligación de dar mantenimiento en forma continua para conservar el servicio y el valor de la inversión.
La transparencia, la rendición de cuentas y el combate a la corrupción técnica son igualmente ineludibles. La sociedad confía en los ingenieros civiles porque espera rigor, honestidad y claridad. Documentar decisiones, registrar procesos, validar avances y utilizar mecanismos que dejen evidencia verificable no solo protege a las instituciones, sino también al propio ingeniero. La tecnología hoy ofrece instrumentos para ello, pero su eficacia depende del compromiso ético de quien los utiliza.
Nada de lo anterior es posible sin afrontar un reto que ya no puede postergarse: el aprendizaje continuo de las nuevas tecnologías. Las nuevas generaciones de ingenieros ya conviven con estas herramientas de forma natural. Para quienes llevamos más años en la profesión, aprenderlas no es opcional. No se trata de programar, sino de comprender, de saber cuándo y cómo utilizarlas con criterio ingenieril. La responsabilidad social del ingeniero civil incluye mantenerse actualizado para no tomar decisiones con herramientas del pasado frente a problemas del presente.
Este es el llamado del Colegio de Ingenieros Civiles de México. Ejercer la INGENIERÍA DE VANGUARDIA CON RESPONSABILIDAD SOCIAL, con rigor técnico, con ética y con apertura al aprendizaje. La tecnología ya está aquí. La sociedad espera que sepamos usarla con responsabilidad. El futuro no se improvisa, se planea y se construye. Y en esa tarea, el ingeniero civil sigue siendo una pieza clave para el bienestar colectivo.

