El rol de los ingenieros ha sido fundamental durante el desarrollo de la historia de la humanidad. Desde las antiguas obras egipcias, mayas o incas, hasta los mas complejos desarrollos que hoy en día tenemos en el mundo, la ingeniería ha sido el motor fundamental de la evolución humana.

No podríamos pensar en un mundo globalizado, interconectado y con los niveles de desarrollo que actualmente se encuentran en muchas partes de nuestra canica azul, sin los caminos, puentes, aeropuertos, plantas industriales, presas, líneas eléctricas, puertos, ferrocarriles, entre muchos otros, que han permitido que el ser humano avance como nunca en la historia hoy conocida.

Por su parte, el Derecho ha sido una forma de regular las actividades humanas para la protección de personas, bienes, obligaciones y derechos. Cuando se conecta con la ingeniería tiene como propósito mantener un balance entre el desarrollo de los proyectos, las partes que los desarrollan y los terceros. Ejemplo de esto, son las regulaciones contractuales, sociales y medioambientales.

En un mundo deseable, Ingenieria y Derecho deberían ir acompañados de la mano para permitir que la ingeniería logre los grandes desarrollos necesarios para la evolución social, mientras que las normas protegen que tales proyectos no vulneren intereses legítimos de las partes ni de terceros y que logren realmente sus objetivos.

Sin embargo, existe un tercer elemento en el caso de los proyectos públicos, que son definitivamente los fundamentales para el desarrollo o retroceso de un país: las decisiones políticas.

Para los políticos, lo importante no es el desarrollo de la infraestructura, ni el cumplimiento del derecho, sino la necesidad de poder demostrar a sus electores, que están “haciendo algo” que sea el legado de su gobierno. Y entre mas grande y mas costoso, mejor.

Sin embargo, el problema no es el desarrollo de grandes obras, sino la forma desordenada, veleidosa e inconsciente en que se desarrollan las mismas.

En México hemos visto miles de casos en los que los proyectos públicos son mal planeados, mal concebidos, apresurados y mal ejecutados, aun ante la imposibilidad técnica y objetiva de poder cumplir con los requerimientos necesarios que la ingeniería requiere.

Si bien en el día de la inauguración de los mega proyectos, se logra la imagen de la fotografía de la “portada”, lo cierto es que en cientos de casos, las obras se inauguran inconclusas, y hasta con riesgos para los propios usuarios, que deberían beneficiarse y no perjudicarse con dichos proyectos.

Dos imágenes recientes en proyectos prioritarios para el gobierno actual, verdaderamente quebrantan el espíritu de la Ingeniería y el Derecho de México. La primera fue el colapso del puente que conecta las obras del recién inaugurado AIFA: es claro que las prisas de la inauguración, generaron además de daños innecesarios, a un ser humano herido.

La segunda son las imágenes de monos araña que en la selva donde cruza el tramo del Tren Maya, han quedado desconectados de su hábitat natural, poniendo en riesgo la vida de seres vivos en situación de extinción, ante un proyecto en el que no existen claras evaluaciones ni permisos ambientales.

Y como este par de ejemplos, estoy seguro de que el lector, podrá evocar en su mente, cientos de otros ejemplos, que los hayan afectado directamente y cerca de sus hogares.

Es claro que hemos avanzado en procesos de ingeniería, y en el desarrollo de normas jurídicas, protectoras de derechos personales y sociales, pero hasta en tanto las decisiones políticas continúen soslayando, despreciando, escupiendo y deleznando tanto a los principios de la ingeniería como a los jurídicos, los proyectos de ingeniería no lograrán su objetivo principal: atender a necesidades colectivas y el Estado de Derecho no valdrá mas que una moneda de 15 centavos.

Es tiempo de que ingenieros y abogados hagamos notar a nuestros políticos que no es necesario inaugurar obras apresurada e inconscientemente para que se aprecien sus logros. Esa visión concluyó hace varias décadas ante una sociedad miope ante las necesidades del mundo. Hoy en día, requerimos fortalecer la conciencia de necesidades comunitarias, ambientales y sociales distintas, en las que no ayudan las obras a la mitad o mal hechas.

Si continuamos actuando como siempre, no nos quejemos de que pudimos haber hecho algo para evitar que nuestro México continúe deteriorándose.

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Roberto Hernández García
Comité de Normatividad y Enlace Legislativo


 

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