Ante la crisis sanitaria y económica producida por la pandemia de COVID-19, la mayoría de los países han buscado reactivar su economía acelerando sus inversiones en proyectos de infraestructura pública. El gobierno canadiense, por ejemplo, anunció un aumento de 180 millones de dólares para proyectos de transporte como medida post COVID-19. Se espera que esta estrategia tenga consecuencias económicas positivas a corto y medio plazo: reactivar los mercados y generar oportunidades de empleo. Las soluciones económicas no pueden verse de forma aislada. Requieren un pensamiento más global, un pensamiento que integre dimensiones sociales, ambientales y tecnológicas. Por ejemplo, la inversión en infraestructura pública puede generar beneficios a largo plazo para la sociedad y el medio ambiente.

Dr. Alejandro Romero-Torres

Comité de Gerencia de Proyectos

Catedrático de la Escuela de Negocios de la Universidad de Quebec, Montreal.

¿Acelerar los proyectos?

Después de algunos años de trabajo como consultor y experto en dirección de proyectos para el gobierno de Quebec y de Canadá, estoy convencidos de que es posible. Pero ¿dónde se deben buscar los ahorros de tiempo?

Los grandes proyectos de infraestructura están sujetos a políticas y directivas que definen los parámetros de realización de estos. Las directivas son el resultado de un fuerte movimiento internacional a favor de mejorar el desempeño de los proyectos de infraestructura. Recordemos los extraordinarios sobrecostos de ciertos proyectos, un caso clásico es la construcción de la Estela de luz, la línea dorada del metro de la Ciudad de México y más recientemente el tren interurbano México Toluca.

Lo más importante, es la calidad de los proyectos. La aceleración de estos no debería llevarnos a un nuevo “socavón" como en el paso Express de Cuernavaca en 2017. Por lo tanto, la preparación de estos proyectos juega un papel crucial en la calidad y sostenibilidad de la infraestructura, en los beneficios e impactos económicos, ambientales o sociales que producen, y en el cumplimiento de costos y plazos de la infraestructura. Algo que no debe tomarse a la ligera.

Entonces, surge la pregunta: ¿cómo acelerar la preparación e implementación de proyectos sin afectar la calidad de la infraestructura, respetando las limitaciones de tiempo y presupuesto? Especialmente en un contexto donde hay escasez de mano de obra. A continuación, presento cuatro propuestas que se pueden hacer en el corto plazo con el fin de aligerar y acelerar los proyectos públicos:

  1. Un propietario de la infraestructura pública presente y activo durante toda la realización del proyecto. El propietario es la organización pública que utilizará la infraestructura o será responsable de su mantenimiento. Habitualmente, el propietario sólo se hace presente cuando el proyecto ha sido acabado. Sin embargo, como usuario de esta, él debe participar desde su inicio y durante toda su realización para orientar las decisiones que se realizaran durante el proyecto. Es como si usted iniciara el proyecto de renovación de su cocina y decidiera no participar en la toma de decisiones. El gobierno, por lo tanto, debe reforzar su papel de propietario y proporcionar los medios para actuar como tal.
  2. Estandarización de lo que se conoce sobre buenas prácticas en la gestión de proyectos. Son muchas las ventajas de tener un enfoque común para la gestión de proyectos, y más cuando se llevan a cabo en múltiples sitios: tener un lenguaje común, fortalecer las habilidades individuales y organizativas e intercambiar y aprender sobre las mejores prácticas. El gobierno debería apoyar a la industria de construcción para que adopte los estándares internacionales e identifique aquellas estrategias que han dado buenos resultados. De igual forma, en las licitaciones solicitar que se integren prácticas en gestión de proyectos para que se facilite la coordinación interna y externa al proyecto.
  3. Un proyecto: un equipo multidisciplinario dedicado y responsable. Los equipos dedicados al 100% a un proyecto y autónomos podrán sin duda tomar decisiones de forma más rápida y "ágil". Sin embargo, esto puede ser un desafío importante en una cultura burocrática. Es a través del trabajo colaborativo multidisciplinario que surgen nuevas soluciones para lograr los beneficios deseados y gestionar mejor los impactos económicos, ambientales y sociales.
  4. Se requiere transparencia. Esta agilidad debe ir acompañada de una rendición de cuentas clara y constante, que permita informar a la población de las decisiones tomadas así como del desempeño del proyecto. Estas medidas son necesarias para preservar las bases de una gestión responsable y sólida de los proyectos de infraestructura.

¿Iniciar nuevos proyectos de infraestructura?

Según la OCDE, los proyectos que tienen más probabilidades de brindar el estímulo económico requerido son los que ya están en modo de preparación, con una planificación aprobada y con las autorizaciones ambientales y sociales finalizadas, aquellos proyectos que sólo requieren la autorización de financiamiento. Los proyectos de mantenimiento de infraestructura actuales pueden ser igualmente buenas opciones. Los intentos de eludir los procesos de consulta y aprobación para proyectos menos avanzados pueden ser contraproducentes, lo que genera desafíos legales y demoras prolongadas. La masa de inversión crítica necesaria para la activación de la economía debe lograrse mediante un gran volumen de proyectos de pequeña escala que puedan iniciarse pronto, incluidos los proyectos de mantenimiento. Por último, la selección de proyectos debe tener en cuenta las prioridades políticas a largo plazo, especialmente en lo que respecta a la equidad social, la descarbonización y la resiliencia de los sistemas de transporte.

La crisis del COVID-19 ha demostrado claramente la rapidez con la que los gobiernos pueden actuar cuando lo necesitan; pero no debe hacerse a cualquier precio.

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