Estamos a tres días de la elección más grande y una de las más significativas de la historia de México. El resutado de nuestra decisión colectiva de este domingo, delineará el futuro del país por varios años. Más que por las agendas particulares de los distintos partidos, en esta elección votaremos entre dos visiones de nación para el largo plazo.

Las alternativas son claras: la consolidación de un proyecto populista, crecientemente autoritario, fundado en la imposición de una sola voluntad, cuyas decisiones han tenido graves consecuencias para México; o la reivindicación del pluralismo democrático, los contrapesos institucionales y el Estado de derecho para defender nuestros derechos y libertades.

En democracia, el voto es la herramienta más contundente que tenemos las y los ciudadanos. Por todo lo que está en juego, en esta ocasión votar será verdaderamente decisivo. Las tendencias han mostrado un escenario cada vez más cerrado en los distintos procesos electorales, incluso ahí donde hasta hace no mucho el oficialismo mantenía una clara ventaja. En este contexto, el abstencionismo no puede ser una opción. Nuestro deber es acudir a las urnas para expresarnos libremente, sin ambigüedades.

Más de 92 millones de mexicanas y mexicanos podremos decidir sobre los más de 21 mil cargos en juego; para ello, se instalarán más de 162 mil casillas en todo el territorio nacional, en las que podremos votar con plena confianza en que será la mayoría ciudadana quien defina los resultados.

No olvidemos que los comicios los organizan los institutos electorales, pero los hacemos nosotros: las y los ciudadanos. Son nuestras vecinas y vecinos quienes se han capacitado durante semanas para desempeñarse como responsables de la casilla; miles de personas acudirán voluntariamente para vigilar el desarrollo de la jornada; habrá también grupos internacionales de observación e incluso los partidos políticos han tenido la posibilidad de acreditar representantes en cada casilla.

Es la ciudadanía, en conjunto, quien garantiza la integridad de las votaciones y sus cómputos.

La elección más grande exige el mayor compromiso. Este 6 de junio cada una de las partes involucradas debe estar a la altura y actuar con toda responsabilidad. Las autoridades electorales, como instancias especializadas, deben garantizar la imparcialidad en todo momento, como lo han hecho hasta ahora. Los gobiernos deben abstenerse de intervenir en el desarrollo de los comicios, además de proveer las condiciones de seguridad para que la ciudadanía pueda acudir a las urnas sin incidencias. Los partidos políticos tienen que respetar los resultados de la expresión popular en las urnas; y, sobre todo, atender con prudencia el mensaje de las mayorías ciudadanas, coincida o no con su proyecto.

Sin embargo, las y los ciudadanos tenemos la responsabilidad más importante de todas: votar y estar preparados para defender el voto; el propio y el de los demás, por ser expresión de la voluntad del pueblo soberano. La jornada electoral culmina con el cierre de las casillas, pero la batalla más grande puede comenzar a partir de ese momento, si cualquiera no está dispuesto a aceptar los resultados ahí donde la expresión ciudadana no le favorezca.

En este escenario, debemos estar listos para defender los resultados de la votación, de quienes pretendan desconocerlos; defender a las instituciones electorales que garantizan el ejercicio de nuestros derechos, de quienes pretendan desacreditarlas; y defender la integridad del proceso electoral, de quienes pretendan ponerla en duda. Con esa convicción, debemos estar a la altura.

Senadora de la República

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