Pues que dice un tal ingeniero Leal, a la sazón profesor en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), que esto de la pandemia lo tiene muy estresado, que lo entiendan, que lo disculpen.

Ante lo cual la respuesta esperable luego de sus actos —por suerte grabados en video— es, sencilla y fríamente, que no mame.

Jesús, para desgracia alumno en su clase virtual, no atinó a responder con velocidad supersónica a uno de los pedidos académicos del inge. El estudiante, muy joven por cierto, fue insultado y humillado. Ahí ya vamos mal, porque como maestro tienes autoridad en el aula —virtual o no—, pero es una autoridad acotada a la materia que impartes y ahí se termina. Cualquier conducta fuera del respeto mutuo que ha de guardarse entre profesores y alumnos merece una sanción.

Sólo que al inge Leal (alias Lord Asperger) le gusta, por lo que puede apreciarse en el extenso video, pendejear a sus estudiantes bajo el argumento de que ahí afuera —en el mundo más allá de la academia— las tonterías se pagan.

Pero el maistro —con i latina— olvida dos factores. Y aquí se los digo. El primero, que si el hombre se cree algo así como la encarnación de Flash para eso de la mecánica y la electrónica, su propia vida como estudiante demuestra lo contrario: la cédula del maistro, apenitas como ingeniero, data en el registro como de 1977. Pero, ah, sorpresas te da la vida, el maistro que se las da de inteligencia precoz se tardó otros 22 añotes en completar una especialidad, o sea hasta 1999. Si su alumno Jesús no consiguió responder a un cuestionamiento en unos segundos, el maistrito olvida que se aventó más de dos décadas para hacer una especialidad que cualquiera cursa y aprueba en un par de años. Así que rápido, lo que se dice rápido como la luz, no es pero ni de broma.

Y el segundo factor que olvida, y que pesará en su caso, es que el alumno Jesús vive con la condición de Asperger —una de las variantes que caen en el Trastorno del Espectro Autista— y por ello ha de sobreponerse minuto a minuto de toda su existencia a ello y aún así conseguir sus metas académicas.

Y ahí el maistro la embarró todita, porque según su ingenieril razonamiento —el infamante video está en cualquier red social que usted guste consultar— de la condición médica de Jesús, desprende joyas como que la ingeniería “no es para chiflados”.

Del trato firme, el inge pasó al trato duro, luego al insulto y ya encarrerados, a la discriminación por un padecimiento, el Asperger, que según su definición es algo así como ser “chiflado”. De modo que el inge Centellita sacó de su chistera el DSM-5 —que por lo que afirma debe saberse de memoria—, y se convirtió, por la inalcanzable magia de dar clase, en neurólogo con especialidad en chifladurías.

Desde luego, en cuanto vio que sus métodos de pseudo enseñanza —la burla, la mofa, el abuso imperdonable en contra de un alumno, con Asperger o sin él— fueron puestos en evidencia, reculó —lindo verbo para un maistro— e hizo un video en el cual se autodiagnostica como una víctima del estrés causado por la pandemia, el encierro, la terrible soledad. O sea, su sapiencia médica otra vez lo salva. Magazo. Qué Beto el Boticario ni qué la chingada.

El maistrín ya fue suspendido temporalmente: una penalidad flaca y casi simbólica que, esperamos, sea ventilada en Derechos Humanos allá en Nuevo León y entonces, cuando le caiga la voladora, escuchará con sus ingenieriles orejas una voz que le dirá: “Uy, perdón, rosa, te pisé”.

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