1. No te burles del tiempo que pasará de forma inexorable entre que lesionaste con alevosía a un Joker y que éste se apersone para llevar a tu mesa la cuenta del consumo. En el sitio donde debería aparecer la cantidad, encontrarás sólo una pregunta: “¿Te acuerdas?” Y es que, verás, aquello del karma es un cuentecillo para niñatos; la venganza, en cambio, es un cuaderno bien organizado en el cual el índice lo conforman quienes en algún momento se fueron sin pagar. Un Joker tiene siempre su reloj en punto de la hora. Y esa hora llega, a querer o no. Esa hora es la tuya: tu tiempo.

2. No te confundas, como lo has hecho impunemente. En nuestro idiolecto existe la certera frase: “No sé si reír o llorar”. Te aseguro que no querrás oír el llanto de un Joker porque es el de un animal herido, capaz de lo que sea, un llanto peligroso, oscuro, delirante. Y si así es el llanto, la risa es peor porque entonces los demonios del alma que lloran se suman a los que ríen y generan un sonido apocalíptico que sabrás reconocer. Esto es: un Joker se ríe y llora al mismo tiempo. Y solamente lo escucharás una ocasión: la última.

3. No te atrevas a cuestionar a un Joker que cuida con esmero de sus padres ancianos o enfermos. Los lazos de paternidad, sorpréndete, son los mismos que los de la amistad fraterna. La sangre “no llama”. Lo que llama es el agradecimiento y el deber. Es muy posible que esos dos conceptos no estén en tu vocabulario, pero no por ello dejan de existir y de operar.

4. No hagas sarcasmo de un Joker que vive y sobrevive con sus fantasmas imaginarios. Son su mundo, y lo va a defender con todo su armamento, táctica y astucia. Esos fantasmas imaginarios son tan respetables como quien los genera. Ofenderlos equivale a patear una camada de tigres recién nacidos. Comprenderás que si te sientes poderoso destripándolos a golpes, ahí queda para siempre la huella de tu rastro y el tigre te va a encontrar hoy o mañana o después, y su reacción está signada por la Ley del Talión multiplicada por todos aquellos que dices querer.

5. No oses aprovecharte de un Joker porque momentáneamente lo ves solitario y a ti, en cambio, te apadrinan canallas cuyos favores compras con el pequeño y repulsivo poder que te da lustrar sus botas. Cuando ya no existan más caminos, un Joker echará mano del pasado, el presente y el futuro, y tendrá consigo un grupo de francotiradores cuyos rifles de muy largo alcance tendrán todos tu nombre en la mira telescópica.

6. No pienses, erróneamente, que un Joker es un producto de la cultura de los cómics o del cine. Es mejor que lo tengas presente: aquella metáfora de un personaje llamado Batman, él si perteneciente a la cultura, y su rivalidad con un Joker, es una jugosa y deleitable parte de la estética. Es un juego. En cambio, un Joker como el que tenemos entre manos está aquí, ahora, y de pronto lo ves y luego no lo ves o finges no mirarlo porque bien sabes que sus ojos están dirigidos hacia ti.

7. Cuando generes a un Joker, con todo y el espanto que el hecho te cause, mátalo. Pero mátalo bien. Después de todo es tan mortal y frágil como cualquiera. Todos los que se han comportado como tú, tienen a un Joker al que dieron por muerto tan sólo con un brutal golpe abajo del cinturón y luego echaron a correr. Te tengo noticias: esas lesiones no matan a nadie. Tardan en sanar, pero sanan al 100%. Y un Joker es un caminante, y el camino que sigue entre un avatar y otro, lleva siempre directo a tu casa.

8. No te burles de la inteligencia de nadie. No te atrevas a lanzar frases hechas a manera de escudo. Los lugares comunes, por repetidos que sean, no tienen ningún efecto sobre el mundo físico que habitamos. Las maldiciones, entonces, son infructuosas. Y, enciende esta luz en tu mundillo de sombras: las bendiciones también lo son. Insultar a un Joker con tu palabrería, salida de los templos de la estulticia y la ignorancia, será muy perjudicial para tu salud.

9. Si te parece chistoso el aspecto de los demás, ten el valor de mirarte la cara al espejo la mañana de un domingo. Uses los afeites o tintes que gustes, los rasgos de la culpa seguirán ahí. Te van a acompañar y se irán volviendo más severos día tras día. Si no quieres que tu Joker te encuentre, puedes borrarte el rostro, pero comprende que eso sería muy desagradable. A tu Joker, en cambio, lo ubicarás de inmediato: es el que está sonriendo mientras tú miras ahora con ansiedad las ventanas y las puertas.

10. Cuando trates con un conocido caído en desgracia, alguien cercano, se entiende, que ha llevado una existencia más o menos como la tuya, ofrécele ayuda aunque no la pida. Si puedes, reparte con él un poco de lo que la suerte o el trabajo te ha dado. Si no puedes, bastará con que lo acompañes. Ese sujeto, llegado el momento, te perdonará la vida. Ese sujeto es un Joker.

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