Lo respeto, lo escucho. Lo seguiré respetando y lo seguiré escuchando. Es, de lejos, uno de los mejores críticos de la política nacional: ácido, directo, franco, mordaz. Y, sí, muy al estilo de aquel jugadorazo del Barcelona, Hristo Stoichkov, Chumel se mueve en el campo siempre al borde lo que marca el reglamento. Y, también, como le ocurría al crack, a veces se pasa de verduras. Ese juego al borde de la ilegalidad es, justamente, lo que ha llevado al conductor a ser hoy quizá la única voz en los medios abiertos que se mantiene en la sátira política y temas afines, con una cantidad de escuchas y seguidores en redes sociales que se cuentan por miles. El cruzar apenitas la frontera entre el humor negro y el análisis crítico lo llevó, de forma muy lamentable, a que su muy exitoso programa en HBO fuera retirado del aire por presiones políticas de las cuales hoy él mismo se cuida de no mencionar.

Y, por única vez, se pasó de lo razonable y apegado a la ciencia pura y dura que es su conducta —reflejo de ser ingeniero de profesión y haber ejercido como tal una década—. Ni hablar, Chumel afirmó durante la semana pasada que a él sí le funcionaba la homeopatía —esa pseudociencia que tanto daño le ha hecho a la salud, pero que tan buenos dividendos reporta—, que desde niño así se había aliviado de cierto padecimiento y que ahora, de plano, cree en esa forma (cruel para el paciente esperanzado) de la charlatanería. La gente de su propio equipo, al aire, lo reconvino de inmediato y alcanzaron a explicarle que tan sólo había desarrollado anticuerpos en su lejana infancia y no había magia, y sobre todo no había ciencia, detrás de todo aquello. Le reviraron algunos radioescuchas argumentándole, con razón, que entre los devotos de la homeopatía y los ya francamente sujetos de atar que son los “antivacunas” mediaba sólo un paso. Y entonces zanjó Chumel la réplica con algo así como déjame, muy mi muerte.

No, Chumel. No. Estás al aire y tienes una credibilidad que te ha costado años construir. Y aunque sólo sea para ti la afirmación de que la homeopatía es algo en lo que “crees” (porque la consideras efectiva), en realidad toca la sensibilidad de los miles y miles de personas de todas las edades, de todo el país y otros ámbitos que confían en tu juicio, por cierto, muy acertado. Y decir que a ti sí te funciona como medicina esa engañifa es exponer a cualquiera que te escuche a no cuidar su salud de forma correcta, o sea, a ponerlo en peligro.

Recuerda que tuviste la presencia de ánimo para aguantar la censura y consecuente salida de HBO, un golpe durísimo para la libertad de expresión y para tu destacado equipo —Ricardo Moreno, Gabrielo Mimí, Oswaldo Casares y Víctor Hernández—. Piensa que, a diferencia del hoy crítico Brozo (dispensarás, payaso tenebroso, pero ahí están en la hemeroteca mis muestras de aprecio en el pasado, hoy renovadas), no entregaste nunca apoyo directo, por televisión, al entonces candidato López Obrador que entonces fue incapaz de ganar la Presidencia.

Y recuerda, sobre todo, Chumel, que en la sátira política tu equipo y tú son las únicas voces en medios electrónicos que se oponen con argumentos a ese bien aceitado ejército de pseudoperiodistas moléculos y a los moneros del régimen.

Quién sabe si alguna vez te desdigas de las afirmaciones homeopáticas, pero aquí este escribidor no se va a desdecir de lo publicado sobre ti en esta misma columna el 16 de abril del 2019. Te escucho, te respeto, tu equipo y tú alegran una parte de mi día. Y lo dicho entonces y ahora, lo mantengo.

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