El perro negro se acercó al turista de piel obscura e hizo alguna señal. El oficial le pidió al turista y a su pareja que se apartaran del flujo de personas que salían del ferry que recién había llegado a Playa del Carmen desde Cozumel. Los dirigió hacia una esquina, para no estorbar el río de personas que entraba y salía del muelle. En minutos llegó otro policía civil y dos militares. Sus caras estaban parcialmente tapadas con una tela negra. Portaban armas de alto poder. Sus chalecos tácticos decían Marina en letras blancas.

La pareja hablaba en inglés, los oficiales respondían en español, señalándoles que abrieran sus equipajes para revisar sus pertenencias. Eventualmente el hombre, de unos 45 años, sacó una pequeña bolsa blanca y transparente con etiquetas naranjas y rojas de su mochila. Sobre la bolsa resellable podía verse un pequeño letrero con la señal universal de cannabis: una hoja con 7 puntas que se abren desde el tallo. En letras negras sobre un fondo naranja se podía leer: Warning (advertencia). El resto de las letras eran ilegibles desde donde miraba con curiosidad la escena. El hombre abría sus brazos en señal de no esconder nada. El sudor escurría por sus mejillas, quizás por el calor, quizás por el evidente aprieto en que se encontraba. La mujer argumentaba desesperada con los oficiales que se miraban y pasaban la bolsa mientras decidían qué hacer.

La pequeña isla de Cozumel recibe anualmente cerca de , muchas llegan en enormes cruceros provenientes de Estados Unidos. Otras llegan por ferry desde Playa del Carmen. Los gigantescos barcos que se estacionan en la pequeña isla -- y los cientos de miles de turistas que arriban han dañado visiblemente los arrecifes de la zona. Es imposible no entristecerse al constatar el evidente deterioro, pero ese es un tema para otra ocasión.

Hace años, visitantes llegaban a nuestro país a comprar marihuana mexicana para consumir durante sus vacaciones. Ahora, traen la suya. La mayoría de las personas prefiere comprar en un mercado legal. Eso garantiza calidad, pureza e información fidedigna sobre las dosis que se consume. México no tiene un mercado legal de cannabis, a pesar de las sentencias de las Suprema Corte de Justicia de la Nación y de las múltiples promesas de cambiar la política de drogas. Hoy, los productos de cannabis que se producen legalmente en Estados Unidos son importados -legal o ilegalmente- a México.

Me fui del muelle sin conocer el desenlace de la historia. Mientras me alejaba pensé en la guerra que vivimos, el costo económico y social que ha representado, los miles de soldados desplegados en nuestras playas, calles y carreteras, y la crisis de violencia y gobernabilidad que se agudiza día con día. Frente a nuestra tragedia, la farsa irracional que significa usar recursos de seguridad y justicia para perseguir a usuarios de marihuana. Que sepan los turistas que en México se respeta en estado de derecho y se protege a la salud.

No sé si arrestaron al turista y ahora forma parte de la cifra de detenidos en prisión preventiva de nuestro sistema penitenciario, esperando algún día llegar frente a un juez. Quizás lo dejaron ir a cambio de dinero o simplemente con una advertencia de que la portación de cannabis en México es un delito punible con cárcel.

“Compre Viagra y Cialis”. “Esteroides Anabólicos”, leí en los anuncios de la farmacia de enfrente. Al parecer esas son las drogas que ahora los turistas compran en México para regresar a su país. Al final del día, la industria farmacéutica y la de seguridad conviven y prosperan, a costa nuestra. Un negocio redondo nutrido por el pánico moral y la hipocresía existente en torno a las drogas en ambos lados de la frontera.

Profesora investigadora del CIDE.

@cataperezcorrea

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