Hace unos días, se presentaron los resultados de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT), 2025 en la mañanera presidencial. Se trata de un estudio muy esperado pues desde 2016 no se había realizado, a pesar de la supuesta preocupación gubernamental para atender el consumo de sustancias en México. La primera encuesta nacional de este tipo se realizó en 1993, con otro nombre. Desde entonces han habido 5 ediciones, que se realizan aproximadamente cada 5 años. Sin embargo, en el sexenio de López Obrador se dejó de levantar. La ENCODAT busca entender el consumo de sustancias legales e ilegales en México, para encontrar tendencias, identificar poblaciones vulnerables y la aparición de nuevas sustancias. ¿Qué dice la encuesta de 2025?

A primer vista, pareciera que la estrategia de prevención de la 4T ha servido para disminuir el consumo en distintos rubros, especialmente entre adolescentes. Las campañas estilo Nancy Reagan -que advierten que en el mundo de las drogas no hay un final feliz-, moralizar desde la mañanera y estigmatizar a usuarios (como hizo López Obrador), funciona. Para el caso del alcohol, los datos señalan que “El consumo en el último año en la población de 12 a 65 años disminuyó de 49% en 2016 a 46% en 2025.” La prevalencia del consumo excesivo de alcohol también disminuyó, especialmente en adolescentes. Según la encuesta, comparado con 2016, en México se bebe menos cerveza, menos destilados, menos pulque y aguardiente. La prevalencia del consumo de cualquier droga, alguna vez en la vida, en la población adolescente muestra también una disminución, pasando de 6.2% a 4.1% en el mismo periodo. En mujeres, disminuyó de 5.8% en 2016 a 2.3% en 2025.

Luego de la presentación de la encuesta, la Secretaría de Salud : Los resultados de la ENCODAT 2025, que realizó el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), “demuestran que es exitosa la campaña preventiva, nacional y permanente “Aléjate de las drogas. El fentanilo te mata”, ya que el consumo no médico de este opioide disminuyó de 0.2 a 0.1 por ciento.” .

Algunos datos de la encuesta, sin embargo, no son creíbles. Por ejemplo, según la encuesta, la edad del primer consumo del alcohol en México es de 18.2 años (19.4 para mujeres). La edad promedio de inicio del consumo de cualquier droga ilegal pasó de 17.5 en 2016 a 19 años en 2025. Es decir, en México, los jóvenes esperan a cumplir la mayoría de edad para consumir por primera vez sustancias. Por supuesto, la realidad cotidiana que todos y todas vemos, contradice esto. Mas aún, otras fuentes oficiales presentan una realidad diferente. El propio INSP , en reiteradas ocasiones, sobre el uso excesivo de alcohol entre adolescentes. La también señala que “las prevalencias de consumo actual de alcohol, excesivo en los últimos 12 meses y 30 días fueron de 20.6, 13.9 y 5.2%. En adultos, las prevalencias de consumo actual de alcohol, excesivo en los últimos 12 meses y 30 días fueron 55.5, 40.4 y 19.1%.” Entre los 10 y 12 años, “3.8% consume alcohol, en tanto la cifra se eleva al 32.5% entre los 16 y 17 años.

Quizás los problemas de la ENCODAT se explican por la forma de hacer el levantamiento. La encuesta se realiza en hogares. La muestra incluye a menores de edad (de 12 a 18 años) quienes deben contar con el consentimiento de la madre o padre para participar. Es decir, la encuesta a adolescentes se hace con el padre o la madre ahí cerca, lo que la hace poco fiable. Además, deja de lado problemas de subestimación en el consumo personal, el hecho de que las personas no siempre saben qué consumen al usar sustancias sintéticas (fabricadas en laboratorios clandestinos y posiblemente contaminados con fentanilo), o que muchas personas que usan sustancias no tienen hogar y no son incluidas en la muestra.

Usar los datos de la ENCODAT para aplaudir los logros el gobierno en materia de política de drogas no solo niega la realidad que vivimos, apunta a que continuaremos pagando los estragos de la prohibición: violencia, nuevas y más potentes sustancias, consumos más riesgosos, etc. Ante la ausencia de beneficios para la salud pública, habría que preguntar quién sí se beneficia.

Doctora en derecho. @cataperezcorrea

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